Una ola polar atraviesa la región y Buenos Aires vivió este lunes una de las jornadas más frías del año, con temperaturas que descendieron por debajo de los 0° en distintos puntos del Área Metropolitana. En este contexto, las personas en situación de calle se convirtieron en las más vulnerables frente a una intemperie que no perdona y que multiplica los riesgos de salud, sobre todo en las noches. Frente a esta emergencia climática, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires intensificó su red de asistencia para evitar que haya personas durmiendo a la intemperie.
Desde las primeras horas del día, el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat puso en marcha un operativo reforzado de la Red de Atención a Personas en Situación de Calle, un dispositivo que funciona todo el año pero que durante el invierno se vuelve crítico. “Ninguna persona debería dormir en la calle. Cuando eso ocurre, el compromiso de la Ciudad es estar ahí, una y otra vez, con firmeza y sensibilidad”, sostuvo el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, al presentar el esquema especial de asistencia que incluye móviles, motos, paradores, médicos y voluntarios desplegados por toda la ciudad.
Comida caliente bajo techo y ropa térmica
Este invierno, y como parte de una política de rediseño del abordaje, el Gobierno porteño decidió reemplazar la entrega ambulante de viandas por un esquema más integral: las personas pueden ahora acercarse a iglesias y clubes donde se sirven comidas calientes bajo techo. Esto permite no solo garantizar el alimento sino también ofrecer un espacio de resguardo, atención médica, contención y derivaciones a refugios, en caso de ser necesario.
Además, se dejó de entregar frazadas para pasar a un sistema más efectivo: se reparte un kit de ropa térmica completa (camiseta, pantalón, gorro y guantes) que protege del frío de manera más eficiente. La decisión responde a estudios realizados por los equipos técnicos del área social, que advierten que esta ropa permite libertad de movimiento, retiene el calor corporal y resiste mejor la humedad que una manta convencional.
Llamar al 108: una herramienta vital
El Gobierno porteño insiste en la necesidad de la colaboración ciudadana: si alguien ve a una persona durmiendo en la calle, puede y debe comunicarse con la línea 108, disponible las 24 horas. A través de ese canal, se activa un protocolo inmediato de asistencia que incluye el acercamiento de un equipo móvil, una evaluación sanitaria, la entrega de abrigo o comida, y la posibilidad de traslado a un centro de inclusión.
“La calle no es un lugar para vivir, y mucho menos para pasar el invierno”, remarcó Jorge Macri en su mensaje, al tiempo que el ministro de Desarrollo Social, Gabriel Mraida, señaló que el objetivo es que “cada persona pueda sentarse, comer en un lugar seguro y recibir la atención de nuestros especialistas”.
La red de Centros de Inclusión Social (CIS) de la Ciudad cuenta hoy con 47 espacios distribuidos en barrios como Constitución, San Telmo, Balvanera, Flores, Parque Patricios y La Boca, entre otros. Allí se ofrecen más de 4.300 plazas para pernoctar, alimentarse e higienizarse. Pero además, se realiza un trabajo de seguimiento y acompañamiento para promover la salida de la calle y la reinserción social.
Camas disponibles y trabajadores desplegados
Los centros están organizados según las características de cada persona. Hay paradores exclusivos para personas mayores, para hombres solos, para mujeres con hijos y, desde este año, también uno especializado para personas con padecimientos de salud mental, el primero de este tipo en América Latina.
En total, más de 600 personas trabajan diariamente en esta red de asistencia, entre personal municipal, voluntarios de organizaciones religiosas y sociales, médicos, psicólogos y asistentes sociales. Durante la jornada de este lunes, se movilizaron además unidades en moto para llegar con mayor rapidez a las personas que necesitan ayuda, sobre todo en zonas más densas o con difícil acceso.
Una característica estructural que complejiza el panorama es que, según datos oficiales, más del 70% de las personas asistidas por la red no tienen residencia en CABA, sino que provienen del conurbano bonaerense. Se estima que unas 10.000 personas cruzan cada día a la Ciudad en busca de una oportunidad laboral, una changa o asistencia social. Muchas de ellas, al no contar con redes de apoyo o un lugar donde pernoctar, terminan expuestas a los riesgos de dormir a la intemperie en medio del frío.
El impacto de esta ola polar no es solo meteorológico, sino también social. Refleja, con crudeza, las consecuencias de la desigualdad y la precariedad habitacional en un contexto de creciente pobreza. En ese sentido, las políticas públicas de emergencia deben complementarse con estrategias de largo plazo, que no solo contengan sino también prevengan que más personas caigan en la calle.
por R.N.