El sábado en el Gran Premio de Hungría de la Fórmula 1 prometía ser un día de celebración para Ferrari, tras la pole position conseguida por Charles Leclerc. Pero la euforia en el box italiano, tras un prometedor arranque de fin de semana, se apagó parcialmente cuando Lewis Hamilton, su compañero de equipo, descargó una dura autocrítica tras quedar eliminado en la Q2 y clasificar duodécimo.
“Soy yo, cada vez. Soy un inútil, completamente inútil”, dijo el británico ante la prensa, visiblemente golpeado por su rendimiento pese a que hasta la segunda tanda clasificatoria estaba teniendo un óptimo rendimiento.
Hamilton, siete veces campeón del mundo, transita un año muy por debajo de lo esperado en su primera temporada como piloto de Ferrari. Desde su llegada a Maranello solo pudo ganar la carrera sprint en China y no subió al podio en ninguna competencia principal.
Este sábado, la clasificación en Hungría marcó la cuarta vez en el año que no accede a la Q3. “El equipo no tiene ningún problema. El otro auto está en la pole. Probablemente deberían cambiar de piloto”, lanzó con crudeza.
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La comparación con Leclerc es constante y dolorosa para Hamilton, ya que en 14 clasificaciones, en 10 quedó por detrás del monegasco. Hace apenas una semana, en Bélgica, había largado decimosexto y finalizado séptimo, lejos de las posiciones a las que está acostumbrado.
A sus 40 años, y con 105 victorias y 104 poles en su historial, la falta de resultados en Ferrari comienza a pesarle como nunca: “No creo que mejore. Ya di todo lo que pude”.
A la espera de lo que suceda este domingo en carrera, Hamilton se acerca al receso de verano europeo con el ánimo por el piso. El cambio de escudería, que pretendía ser un nuevo comienzo, lo encuentra vulnerable, superado por su compañero y con un orgullo herido que quedó expuesto ante todos.