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miércoles, 24 septiembre, 2025
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Ahora, el PJ confía en sumar senadores y diputados y hasta regular un triunfo en Provincia

El peronismo olfatea la posibilidad de empezar a salir del pozo político al que lo ha llevado el estrepitoso fracaso de la gestión de Alberto Fernández. No por mérito propio. Alguna vez, Carlos “Chacho” Alvarez reflexionó que las elecciones no las gana la oposición sino que siempre las pierde el Gobierno de turno.

Con la líder del kirchnerismo con prisión domiciliaria e inhabilitada para ocupar cargos públicos condenada por la causa Vialidad, la carrera por la sucesión en el PJ se largó el 17 de junio cuando Cristina quedó confinada, tobillera electrónica mediante, en su departamento de Constitución.

El gobernador Axel Kicillof arrancó en punta porque se animó a discutirle poder a la ex presidenta desdoblando la elección bonaerense de la nacional, y obligando a Cristina y a Máximo Kirchner -como jefe de La Cámpora-, a compartir la lapicera que hasta ahora sólo ellos habían manejado para diseñar las listas de candidatos. Así, se repartieron los lugares en las nóminas provincial y nacional.

En el seno del cristinismo no ponen en duda que con el triunfo del peronismo bonaerense del 7 de setiembre, por 14 puntos y frente a Javier Milei y su alianza con el PRO, Kicillof se convirtió en candidato presidencial para el 2027. Pero aclaran: “uno de los candidatos”. ¿Quién será el otro postulante presidencial para una eventual interna? Nadie lo sabe y falta mucho.

Hay una etapa más que debe transitar esa disputa interna entre cristinistas y kicillofistas: el 26 de octubre.

Nadie lo admitirá, pero ni intendentes ni el gobierno bonaerense saldrán a hacer la campaña que hicieron para los comicios bonaerenses. En primer lugar, porque ya no hay jefes comunales con candidaturas testimoniales o que necesiten cuidar sus terruños. Hay cuestiones prácticas que también atentan con la intención de hacer campaña; no habrá boletas de papel que fueron militadas casa por casa, entregándoselas a los potenciales votantes. Será el turno de la Boleta Unica.

Máximo Kirchner en una sesión de Diputados. Foto: Juano Tesone

Detrás de esas justificaciones circula una razón político estratégica. En el espacio de Kicillof y de los intendentes hay quienes no verían con desagrado que obviamente el peronismo triunfe en octubre en la provincia de Buenos Aires, pero por un margen más estrecho que los 14 puntos de la elección bonaerense. De esa manera, hacia dentro forzarían la interpretación que el gobernador ganó de una manera aplastante y en cambio la elección nacional, con una lista diagramada en su mayoría por el cristinismo, no.

Surge una lectura desde el camporismo, si algo así ocurriera. Dirían que tenían razón y que si hubieran ido las elecciones unificadas, el impacto que hubiera sufrido el Gobierno sería mucho mayor ya que no le habría quedado margen alguno de maniobra, como el que ahora tiene Milei.

«Mucho exitismo», se queja un legislador peronista ajeno a la pugna. Considera que es una mala lectura nacionalizar el resultado bonaerense.

Sondeos que circulan en el PJ advierten que la diferencia hoy que el peronismo le sacaría a LLA es la mitad, unos 7 puntos, porque muchos de los votantes de opciones de centro del comicio bonaerense se irán con Milei. El otro elemento es el ausentismo. Se estima que los libertarios se llevaron la peor parte en setiembre y ahora se percibe una mayor participación. Ergo, se prevé que la mayor parte sean votos que vayan a parar a las arcas libertarias. «Si es así, estamos adelante, pero por muy poco», concluyen.

Pero nada parece detener cierto optimismo que, de a poco, ha vuelto al PJ en general. Han empezado a recuperar la confianza a la hora de conseguir algún senador o diputado donde hasta hace unos meses era muy difícil. Calculadora en mano, creen que en el Senado podrían bajar apenas de 34 bancas a 30.

Jose Mayans, Juliana Di Tullio y Anabel Fernández Sagasti en el Senado. Foto: Federico López Claro

Abonan esa teoría con datos como las chances de Jorge Capitanich, candidato a primer senador en el Chaco, de pelear el primer lugar con la alianza que armó el gobernador radical Leandro Zdero con La Libertad Avanza de los Milei.

En Diputados ocurre algo similar. A modo de ejemplo señalan que en la Ciudad, y pese a contar con una lista muy cristinista como la encabezada por Mariano Recalde e Itaí Hagman, aumentan sus chances de lograr bancas para la Cámara baja porque el antikirchnerismo porteño está atomizado, en varias listas.

“Si ganamos en la provincia, y no quedamos muy lejos de La Libertad Avanza en todo el país, es para festejar”, reflexionó un experimentado dirigente peronista bonaerense. De ser así, el PJ se lo deberá agradecer a la estrategia libertaria de priorizar la marca por sobre el éxito de su lista y de los malos cierres electorales, con candidatos desconocidos, en varias provincias.

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