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Así vive Rosario la previa del Central-Boca, entre la rivalidad full del clásico y el cariño por Russo

14/09/2025 12:19hs.

Rosario respira fútbol. Y sí, lo respira, es tan real como las veces que se repitió la frase. Aunque podría dividirse en este caso, por la relevancia del partido que se aproxima y que tiene a media ciudad con toda la atención puesta en lo que se va a jugar este domingo por la tarde: el partido entre Rosario Central y Boca en el Gigante de Arroyito, un choque que no se da hace más de dos años. Y que se respira en un ambiente en el que es todo azul y amarillo.

Así se advierte, por supuesto, en la llegada a la ciudad un sábado temprano en la mañana. En las primeras charlas con la gente, apasionada, que desembocan inevitablemente en el partido. Y surgen los Canallas… «Por supuesto que el clásico es Newell’s, pero después, cuando el rival es Boca, es como el segundo partido en importancia», nos cuenta un hombre cualquiera ante la pregunta en la primera charla de café del día.

Antes de llegar a Rosario, el itinerario hace una parada en el predio que el club tiene en Arroyo Seco. Y en la recorrida que gentilmente se nos habilita, la predominancia del color y los emblemas de Central es elocuente.

Pintado de azul y amarillo

El hotel donde los jugadores tienen sus habitaciones cuenta con escudos del club en cada puerta, en cada llavero (sí, las piezas se abren con llave) y los emblemas llegan a que todas están decoradas con un cuadro doble del Gigante de Arroyito, que vigilia el sueño de cada futbolista en las concentraciones.

Unos metros más adelante, un busto con la imagen de Edgardo Bauza encamina el paso hacia la parte deportiva, la que cuenta con un estadio principal donde se jugaron partidos de Primera (Tiro Federal lo hizo) y dos canchas más, una de ellas con el césped original del Gigante removido en la última reforma.

Lussenhoff y el Premio Terminator

Datos, que no ilustran lo que una caminata común puede resultar. Primero, cruzarse con el Colorado Lussenhoff caminando como cualquier día (es el secretario técnico del club) y recordando con mucho cariño -y risas- sus intervenciones en Olé, sobre todo las que le dieron más de una vez el Premio Terminator del partido.

Parrillas para socios en el predio de Central.

Después, pasar por la cancha donde la Reserva hace ejercicios de entrenamiento y un auxiliar, sentado en una conservadora al mejor estilo Marcelo Bielsa, se dispone a explicar asuntos de rutina. Pero que ante la comparación de su imagen con la del Loco, reacciona: «No, no, acá eso no. Cualquiera sí, pero uno de Newell’s, no». Corte. Y sigue la caminata.

El ingreso al hotel de los jugadores en Arroyo Seco. Todo tiene los colores y el escudo de Central.

Apareció Fideo… y su camiseta

Antes de llegar a un hallazgo en la zona de los vestuarios donde se cambian los jugadores, se advierte (a lo lejos y sin pedir permiso) una parte del entrenamiento del plantel de Ariel Holan: una parte que no será recriminada de curiosear, porque es un simple fútbol tenis en el cual se puede ver al mismísimo Ángel Di María jugar y divertirse entre Nacho Malcorra, Alejo Véliz y algún otro compañero que no se llega a adivinar.

Central quiere ganar para mantenerse en zona de Libertadores.

El hallazgo en cuestión aparece en la utilería, donde el responsable de armar los kits de partido nos permite el acceso, con la generosidad de ponerse a estampar en el acto la 11 de Fideo, la que usará en el «clásico» del domingo ante Boca. Y ya ahí se abre otro capítulo.

El busto del Patón Bauza, en el ingreso al Predio de Central.

Rosario también respira Boca

Porque la llegada al corazón de la ciudad ya tiene que ver inevitablemente con el rival, con el visitante que -de haber público habilitado- tendría una convocatoria como la que siempre supo tener a sus espaldas en los tiempos del fútbol de antes. Ese detalle organizativo no impide, sin embargo, que la multitud que espera la llegada del micro de Boca en un hotel lindero con el Río Paraná se vaya multiplicando a medida que se acerca la hora señalada.

La multitud que fue a esperar la llegada de Boca.

«¿Viene Boca? ¿Acá?» Pregunta el hombre del estacionamiento cuando llegamos a buscar el ticket antes de apostarnos a recibir también nosotros al plantel. «¿Y viene Miguel?». Pregunta inevitable y repetida, tema excluyente del partido del domingo. Y ante la respuesta positiva, la anécdota. «Una vez vino a dejar el auto acá. Y por supuesto que me saqué una foto con él, no me la iba a perder…».

Rosario fue por un rato también de Boca.

Russo es materia obligada de consulta y opinión. Es un prócer de Rosario Central y así se lo recibirá en el Gigante a nivel popular. En cambio, entre la consciencia de que no pasa por su mejor momento y la repetición que supondría, no está previsto hacerle un nuevo homenaje institucional, dado que hace menos de un año se le hizo en ocasión de la visita que tuvo por entonces con su San Lorenzo. Que ganó 1 a 0.

Miguel, en su llegada al hotel. (Prensa Boca)

El partido imprescindible

Entre los hinchas dispuestos (no menos de 3000) en las inmediaciones del lujoso hotel, la gran mayoría son locales. Rosarinos que elijen romper la grieta de Central y Newell’s y se embanderan en el azul y oro de nivel más global. Y eso también se siente, se respira.

En una moto, por ejemplo, que pasa raudamente cuando ya cae la noche sobre el Paraná y a los pocos insistentes que quedan -rogando que Cavani, Paredes o alguno de los players salgan a firmar otra camiseta- les grita: «Bosteros mañana los pasamos por arribaaaa».

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