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martes, 22 julio, 2025
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El empate entre Kicillof y Cristina, con un clima de fisura que ayuda a Milei a disimular la tensión financiera

Al final, ocurrió lo que tenía que ocurrir: una tregua política, incentivada más por el temor al enemigo común que por el deseo de unidad. Los dos contendores de la pulseada, Axel Kicillof y Cristina Kirchner, saben que lo que está en juego es mucho más que la conformación de la legislatura bonaerense, si no el sostenimiento del peronismo como alternativa viable de poder.

Como en toda negociación, todos debieron ceder algo. Para Cristina, la concesión fue más en el plano simbólico que real, lo cual no es menor. Después de todo, terminó cediéndole al gobernador el lugar al que ella misma se había postulado: primera en la lista por la tercera sección.

Con sus más de cinco millones de electores, ese distrito es el segundo más populoso de toda la provincia y es un histórico bastión del peronismo. Particularmente castigado por el desempleo y la inseguridad, ese territorio del conurbano se prestaba como un lugar ideal para hacer campaña y centrar el discurso en las críticas al modelo de Javier Milei.

Además, la turbulencia financiera que está atravesando la economía le daba pie a Cristina para reivindicar sus predicciones sobre una nueva crisis por escasez de divisas. Pero, recluida en su departamento de San José 1111, debe conformarse con hacer esas críticas en las redes sociales.

De manera que, finalmente, accedió a darle a Kicillof esa codiciada tribuna con éxito electoral garantizado para todo candidato peronista. Para el gobernador, conseguir ese lugar era vital, dado que al promover a su vicegobernadora, Verónica Magario, era como si estuviera sometiendo a referéndum su propia gestión como gobernador, y también buscando la confirmación para su proyecto presidencial.

Desde fuera del peronismo, podría resultar extraña esa pelea por una candidatura que todos sabían que sería testimonial, porque obviamente Magario no dejará la vicegobernación de la provincia para asumir como legisladora bonaerense. Pero Kicillof le asignó una importancia política central: ocupa un lugar que antes era de Cristina, y además obtendrá en pleno conurbano un espaldarazo a su gestión.

Algo similar puede afirmarse sobre la primera sección, ahora la de mayor padrón electoral, en la que Gabriel Katopodis también ocupará un rol de «alter ego» de Kicillof en la campaña electoral.

El gobernador bonaerense, que hizo medir la intención de voto tanto de Magario como de Katopodis, está convencido de que son los nombres que aseguran la prevalencia electoral sobre el conurbano.

Mientras tanto, el ruido generado por la pelea, incluyendo el sugestivo corte de luz en La Plata, ya dio la pauta de quien más celebró la fisura interna fue Milei. «Cuando pasan cosas como las de anoche me pregunto qué pensarán los imbéciles que acusan de violentar a la República porque los modales no son de su agrado. No dimensionan el monstruo que enfrentamos. De hecho, el monstruo vive porque cuando lo ven se orinan en las patas», escribió el presidente.

Elecciones en la Provincia: la factura para Axel Kicillof

El precio a pagar por el gobernador fue la cesión de una parte de poder real. A fin de cuentas, cuando una candidatura es testimonial, al día siguiente de la elección lo que verdaderamente importa es quién ocupa el lugar del que verdaderamente asumirá la banca.

Y, en este caso, esos lugares quedaron para el kirchnerismo puro. Todo indica que será Facundo Tignanelli, dirigente de La Cámpora, quien asuma por la tercera sección, mientras que Malena Galmarini, esposa de Sergio Massa, asumirá por la primera sección.

En el conteo final, La Cámpora se lleva más de la mitad de las bancas que están en juego y ocupa los lugares con posibilidades reales de elección.

¿Será un precio caro para Kicillof? Para responder esa pregunta falta saber unos cuantos detalles. Primero, claro, cómo será el resultado. Y las encuestas que se conocieron antes del cierre de las listas no son esperanzadoras para el peronismo.

Marcan que la flamante alianza entre La Libertad Avanza y el PRO podría imponerse con un 41% de los votos, mientras el peronismo unido en Fuerza Patria solo llegaría al 33% de los sufragios. Peor aún, la imagen de Kicillof concita un rechazo de 57% de la población, una cifra que supera el 53% del presidente Milei.

De manera que allí queda planteado el primer interrogante: en caso de una derrota, a quién se señalará como culpable. Porque la candidatura testimonial implica ser la cara visible que asume la responsabilidad del resultado.

Si se diera el batacazo libertario en la primera la tercera sección -no necesariamente con una victoria, sino incluso con un resultado parejo-, entonces Kicillof quedará expuesto a los ataques en la interna.

Y, si como teme Cristina, un mal resultado del peronismo bonaerense en septiembre se traduce en una catástrofe electoral en las legislativas nacionales de octubre, por un efecto de contagio al resto de las provincias peronistas, entonces esa resistencia interna contra Kicillof se amplificará y podrá arriesgar su candidatura presidencial para 2027.

¿Una gestión más condicionada?

El interrogante que quedó instalado en el peronismo es qué actitud tomará Cristina en caso de que las legislativas bonarenses dejen un mal resultado para la coalición Fuerza Patria. ¿Asumirá la situación con actitud autocrítica, o tratará de transferirle la responsabilidad a su ex ahijado político, para reasumir con más fuerza el liderazgo de la oposición anti-Milei?

Como dijo para la posteridad Eduardo Duhalde, «las victorias tienen muchos padres, pero las derrotas son huérfanas«. Curiosamente, dijo esa frase al autoadjudicarse una derrota legislativa de su espacio ante Cristina Kirchner hace ya 20 años.

Pero Kicillof, embarcado en su objetivo de la candidatura presidencial -y apostando a que el año 2027 encuentre a la economía argentina en una situación de alta inestabilidad-, prefiere pensar que lo que logró en la negociación interna es algo que allanará el camino hacia su objetivo.

Entre los riesgos que asume, estará una posible complicación en la gestión de su provincia por los próximos dos años. Se da por asumido que el espacio pro Milei conseguirá un avance importante, lo que implica una actitud mucho más agresiva a la hora de tratar las iniciativas de Kicillof en el legislativo provincial.

Hasta ahora, el gobernador recibió un trato relativamente amable por parte de la oposición, que lo ayudó a aprobar presupuestos y medidas de mayor presión tributaria. A partir de que los nuevos legisladores de La Libertad Avanza se sienten en sus bancas, las negociaciones pasarán a ser más tensas. Y eso hará que el gobernador dependa más del acompañamiento de las otras fuerzas peronistas, La Cámpora, dirigida por Máximo Kirchner, y el Frente Renovador, liderado por Sergio Massa.

La batalla fiscal que viene

En otras palabras, Kicillof tendrá su gestión provincial más condicionada al acompañamiento de sus aliados para no quedar en minoría, un condicionamiento que, paradójicamente lo asemeja a la situación que hoy sufre el presidente Milei cada vez que tiene que recurrir a la «oposición dialoguista» en el Congreso.

No es un tema menor para Kicillof, que quiere centrar su gestión en la obra pública, como ya lo está demostrando en su comunicación política, para marcar distancia con el modelo de Milei. Pero eso implica recursos, y los números de recaudación de recursos provinciales muestran una caída en términos reales. Con datos al primer cuatrimestre difundidos extraoficialmente, la variación negativa interanual es de 6% real.

La mayor caída se registra en el impuesto inmobiliario -34%- mientras que Ingresos Brutos perdió un 9,4%. Este último impuesto representa aproximadamente el 80% del ingreso de caja de Kicillof.

Pero la madre de todas las batallas se peleará en el ámbito nacional. Kicillof tiene mucho que ganar si los gobernadores logran imponerle a Milei los proyectos para que los Aportes del Tesoro Nacional dejen de estar bajo el manejo discrecional de la Casa Rosada y se transfieran automáticamente a las provincias.

Las cifras son contundentes: según una estimación de la Fundación Mediterránea, Kicillof apenas recibió $3.636 millones en el último semestre, mientras que, si el proyecto de reforma queda firme, pasará a ingresar a su caja $70.791 millones en la segunda parte de este año.

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