El Gobierno ya podrá poner en agenda una fecha: 31 de julio. Es el día elegido por el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) para deliberar sobre el caso argentino, aunque aun no figura en el calendario oficial que se publica en la Web. De no mediar imprevistos, se espera que entonces le dé el visto bueno a la primera revisión del programa que el gobierno de Milei firmó con el organismo de crédito en abril. Finalmente, una buena nueva en un momento de fuerte incertidumbre política y de mayor volatilidad económica.
En una señal de buena voluntad –en el FMI entienden que se trata de un año electoral–, el directorio del Fondo aceptó darle más tiempo al Gobierno para mostrar que al menos se esforzaba en alcanzar la meta de reservas establecida en el acuerdo. Es probable que el organismo de crédito destaque el esfuerzo fiscal del Gobierno, que viene registrando superávit financiero todos los meses, casi ininterrumpidamente, desde enero de 2024 (con la excepción de diciembre pasado y, probablemente, de este mes de julio), y además ha logrado desacelerar la inflación a una velocidad que por momentos sorprendió hasta los propios funcionarios de Economía. Sin embargo, también es muy posible que haga hincapié en la importancia de seguir acumulando reservas. Está vez, habrá un waiver (perdón) por no cumplir con la meta.
Entre piruetas discursivas, el Tesoro cumplió con su parte: hasta el miércoles último había sumado, mediante la compra directa de divisas en el mercado, US$764 millones. Sólo esta semana se hizo de US$320 millones, según fuentes al tanto de las operaciones. Se suman a los US$1000 millones que acumuló el Tesoro vía la emisión de bonos, y a los US$2000 millones que consiguió el Banco Central a través de una operación financiera con un puñado de bancos internacionales. Nada mal considerando que se había llegado casi a fines de mayo con la cuenta de dólares casi en cero y con el discurso repetido hasta el hartazgo por parte del equipo económico de que no hacía falta acumular reservas con un nuevo esquema de tipo de cambio flexible. Pragmatismo puro. Al final del día, es la misma administración que en algún momento aseguró que dinamitaría el Banco Central, que dolarizaría con un préstamo que ya estaba concertado antes de diciembre de 2023 con bancos internacionales o que levantaría el cepo cuando una serie de variables (ya olvidadas) se cumplieran: que converjan la base monetaria tradicional y la amplia, que la inflación inducida fuera cero y que las reservas netas sean positivas. El dogmatismo se agota en Twitter (ahora X).
Pocas dudas quedan a esta altura de que el Gobierno hará lo que sea necesario para mantener la economía a raya de cara a la elección de octubre. Sobre todo para contener dos variables: la inflación y el dólar. Relata un banquero que, con mucha franqueza, así lo reconoció el propio ministro de Economía, Luis Caputo, en un encuentro privado con un puñado de hombres de negocios. Cuando le inquirieron cuál era el plan, con algo de sorna simplemente respondió: “Ganar las elecciones” .
Esta semana, de hecho, el Banco Central hizo un giro en su estrategia monetaria en pos de ponerle un tope a la escalada del tipo de cambio, que había llegado en los bancos minoristas a tocar los 1300 pesos. Volvió a intervenir con fuerza en el mercado de dólar a futuro, provocó un fuerte repunte de la tasa de interés en pesos (para restarle atractivo a quienes se estaban tentando con volcarse al dólar) y prendió la aspiradora de pesos. Para esto último hasta desempolvó una herramienta financiera que había decidido eliminar hace meses (los denominados pases pasivos). La flotación es libre siempre y cuando el dólar no encabece los titulares de los medios.
Señales de agotamiento
La economía, sin embargo, empieza a mostrar algunas señales de agotamiento. La mora entre individuos en el sistema financiero es uno de los tantos indicadores para seguir de cerca. De un promedio de 2 o 3% de la cartera, en algunos bancos por estos días escaló hasta el 6%. “Si antes la gente pagaba el 80% del resumen de una tarjeta, ahora está pagando el 70%. El tema es que cada vez más empiezan a financiar (no simplemente a pagar) consumos corrientes, como la compra de alimentos”, explican desde una entidad líder. Otra anomalía es que la mora crece pese a que el crédito en el sistema sigue a buen ritmo, aunque también desacelerando. “Generalmente, nadie deja de pagar en la primera cuota de un crédito. Cuando deja de crecer el crédito y empieza a madurar el crédito viejo, sube la mora. Lo raro que vemos es que el porcentaje de mora esté subiendo tanto ahora; sube más rápido que los créditos”, agregó otro hombre que sigue de cerca los números del sistema financiero. El economista Amilcar Collante señala que la mora se acerca a los niveles de pandemia. Para muchos economistas es posible que comencemos a ver un amesetamiento del crecimiento económico en estos meses.
Hay una idea que empieza a asentarse en el mercado y es que, una vez transcurrida la elección, el Gobierno deberá poner sobre la mesa una nueva fase de su plan económico. El tipo de cambio, la acumulación de reservas y un programa de transición para una micro en la que muchos sectores dejarán de ser rentables son algunos de los temas que deberán abordarse. Las reformas estructurales –laboral, tributaria y de pensiones– deberían ser el corazón de esta nueva fase. ¿Podrá el Gobierno generar los consensos para avanzar? Inevitablemente el conflicto con los gobernadores de las últimas semanas abre un interrogante. No se trata sólo de vetar leyes hasta octubre. La duda pasa por la sostenbilidad de la estrategia con la cual el Gobierno ha logrado hasta ahora sortear su debilidad legislativa, territorial y partidaria de origen.
Los gobernadores dialoguistas se quejan ya no tan en privado de que el Gobierno no ha cumplido con su palabra. Hay demoras en los traspasos comprometidos de obras públicas y retaceos en el financiamiento de las pocas que siguen en pie. “La gente en las provincias no sabe qué le corresponde a la Nación y qué al gobierno provincial. Si la ruta está mal se enoja con el intendente o con el gobernador, con el que perciba más cerca”, explicaba un caudillo, hasta ahora, de buen diálogo con la administración central. “Pero el Presidente ni viene a las provincias, no sabe lo que pasa”, agregó. Es cierto que, en lo que va de su gestión, Milei le ha dedicado al lobby federal bastante menos tiempo que al lobby internacional. El politólogo Pablo Salinas, que sigue al detalle los viajes del Presidente lo ilustra: en sus 17 meses de gestión, el presidente Javier Milei pasó 83 días en el extranjero (15% del total desde que asumió, el 10 de diciembre de 2023), con 24 viajes realizados. Mientras que por ahora sólo se hizo presente en 12 de las 24 provincias argentinas, en 25 viajes realizados (la mayoría de ellos por algunas horas). Entre estos viajes se cuentan, por caso, cuatro idas a Mar del Plata, dos de las cuales fueron para ir a ver la obra de su entonces novia Fátima Florez.
No habrá que sorprenderse así que, en las próximas semanas, más de un gobernador emule la iniciativa de Maximiliano Pullaro en Santa Fe que, con carteles de fondo rojo, buscó desligarse de todas las obras inconclusas que son responsabilidad de la Nación. “Aquí empieza la ruta nacional 12 mantenida por el Estado Nacional”, dice uno. Intendentes del conurbano bonaerense, con más oficio, hace tiempo que ya lo venían haciendo. “Obra inconclusa por el gobierno nacional”, se lee en varios sitios de Tigre, por ejemplo.
Pero no es sólo una cuestión de dinero. Algunos de los caudillos que más colaboraron, aportando “héroes” cuando hubo que hacerlo, se encontraron con que La Libertad Avanza buscó competirles con armados propios en cada uno de sus territorios. El calificativo de “traidor”, que tanto se usó en estos días entre la tropa libertaria para hablar de la vicepresidenta Victoria Villarruel, se ha transformado casi en una muletilla en la conversación política. El que esté libre de traiciones que tire la primera piedra. O, en cualquier caso, lo que la grieta que se ha abierto con los gobernadores deja en evidencia es la escasa cantidad de cuadros empoderados que tiene el Gobierno. De ahí el reclamo por estas horas de que la convocatoria eventualmente a un acuerdo venga directamente del Presidente.
“No tenemos con quién hablar. Ni siquiera para las cuestiones del día a día, como puede ser un trámite de una obra. Si de repente cierran Vialidad sin tener preparado el nuevo esquema”, dijo un gobernador del Norte.
El Gobierno por ahora parece mantenerse firme en su postura. Más aun, esta semana bajó la orden de que se pisen todos los pagos a provincias. Sólo tres recibieron una señal de acercamiento: Salta, Jujuy y Tucumán. Cada una recibió adelantos transitorios por $3500 millones. La apuesta, una vez más, pasa porque en octubre, una gran elección vuelva a demostrarle a la “casta” que el pueblo está con los libertarios y que no hay mucho margen para los díscolos. ¿Será que piensan seguir avanzando sobre la base de vetos? Porque en materia legislativa, aun sumando gran cantidad de diputados y senadores, no les alcanzará para no estar obligados a seducir “héroes” de otros ejércitos. La libertad podrá arrasar en las urnas, pero seguirá chocando con los limites que marcan las mayorías necesarias en el Congreso. Eso lo saben y lo entienden hasta los mandriles.