Son las 20:30 en punto, el Auditorio Belgrano está repleto, no entra una persona más y en las sillas hay emoción, ansiedad y muchas expectativas por la función número 300 de «Mamma Mía». Se apagan las luces y comienza el show: ¿los primeros en aparecer? la orquesta porque no hay «Mamma Mía» sin una buena musicalización que, definitivamente, le hace justicia al despliegue que se realiza sobre el escenario. Porque, cuando se abre el telón, hay un impacto visual avasallante que se intensifica aún más cuando comienza a aparecer el elenco en escena.
Embed – Mamma Mía! Argentina on Instagram: «¡CUMPLIMOS 300 FUNCIONES DE MAMMA MÍA! estamos muy orgullosos y felices! Es un proyecto lleno de magia y alegría Gracias a todo nuestro público amado! Gracias @pardoproduccionesok @mymollo gracias por la torta»
Más allá de que, como crítica de cine, escuchar las canciones en español quizás fue algo un poco extraño, lo cierto es que esta producción cumple con el sueño de todo fanático de musical. El sentido de cercanía y sensibilidad que termina generando desde que se abre el telón con el intercambio de vestuario, de escenografía y hasta de bailarines es estupendo, te lleva a vivir todas las emociones juntas. Los sentimientos afloran: hay risas, hay llanto, hay entretenimiento porque, detrás de esta versión de «Mamma Mía», hay dedicación y eso es evidente desde el primer momento.
Es que la fascinación es instantánea con la primera aparición de Guadalupe Devoto, quien le da vida a Sophie, la encargada de abrir este musical que derrocha dedicación desde cualquier punto de vista. Acompañada por un talento deslumbrante como el que tiene Bruno Coccia interpretando a Sky, se abre con intensidad y mucho fuego algo que termina siendo aún más fascinante. Entre el nivel vocal de ambos que los hace convertirse en la joya más preciada del elenco, así como la química que tienen, terminan convirtiéndose en magnéticos y dos de los destacados de un espectáculo sin igual.
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Pero, fervientemente debo decir, que Marisol Otero termina convirtiéndose en la dueña del escenario. Lo cierto es que, sin desmerecer el trabajo de Flor Peña, el cambio era necesario y fue muy válido. El talento tanto como actriz, como cantante que tiene y que demuestra interpretando a Donna, un personaje al que le dio tanta piel y corazón que llega, incluso, a estar a la altura del trabajo de Meryl Streep, es de otro nivel. Es que ella termina siendo la encargada de abrir las puertas a ese viaje nostálgico a través de los éxitos atemporales de ABBA. Detrás de su talento hay emociones que se transportan más allá del escenario entre las lágrimas y las risas de alguien que, evidentemente, se está divirtiendo mientras cuenta una historia.
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A su vez, en compañía de Carna Crivelli (Harry), Pablo Silva (Bill) y, en mi función, Mariano Taccagni (Sam), la brillantez actoral y vocal sigue creciendo porque este elenco se desarrolla en base a una dedicación que te traslada una fuerza llena de emociones al corazón. Es que, desde el cuerpo de baile hasta el resto del equipo que conforman este espectáculo, hacen que este show sea hipnótico y alucinante. «Mamma Mía» derrocha talento, entusiasmo y emociones en todo momento, un espectáculo que deslumbra y que, orgullosamente, podemos decir que es una obra de arte sin igual y con sello completamente argentino.