SOCIEDAD
En los últimos meses, el estado de salud del gran actor y dramaturgo argentino había empeorado.
Antonio Gasalla, ícono del espectáculo argentino, falleció a los 84 años tras una prolongada enfermedad. La noticia fue confirmada por su hermano, Carlos Gasalla, y el productor teatral Carlos Rottemberg. Su partida deja un vacío inmenso en el mundo del humor y la cultura popular.
Gasalla había atravesado complicaciones de salud en los últimos años, agravadas por la demencia senil que lo alejó progresivamente de los escenarios. Su última hospitalización ocurrió semanas atrás en el Sanatorio Otamendi por una neumonía. Luego de recibir el alta, pasó sus últimos días en un centro de rehabilitación, donde su estado se deterioró aún más.
Una despedida anunciada
Su hermano Carlos fue quien comunicó su diagnóstico con crudeza: “Quiero ser claro: tiene demencia senil. Es una enfermedad que va a seguir avanzando. Antonio no tiene conocimiento ninguno, no habla”. Estas palabras resonaron en su círculo cercano y en el público que lo admiraba.
Su amigo y periodista Marcelo Polino también expresó el impacto de la enfermedad: “Antonio no camina, no nos reconoce desde hace más de un año. Ya casi no habla, se alimenta por un botón gástrico. Es un panorama muy triste”.
Un artista que trascendió generaciones
Gasalla no fue solo un actor. Con cada personaje logró reflejar la sociedad con una aguda mirada crítica. Mamá Cora, en «Esperando la carroza» (1985), es una de sus interpretaciones más emblemáticas, con frases que hoy forman parte del ADN cultural argentino. También encarnó a La Empleada Pública, Soledad Solari y La Abuela, un personaje inolvidable en los programas de Susana Giménez.
| Redacción
Su humor, preciso y mordaz, nunca recurrió a lo burdo. Con un bisturí afilado, diseccionaba la hipocresía social mientras arrancaba carcajadas. Su brillantez lo convirtió en una referencia indiscutida del espectáculo.
Hace un mes, en los Premios Carlos de Villa Carlos Paz, fue su hermano quien recibió un galardón honorífico en su nombre, destacando su invaluable aporte al teatro.
Grandes figuras del medio, como Susana Giménez y Marcelo Tinelli, se mantuvieron atentos a su estado de salud. Polino recordó sus últimas conversaciones: “Hablábamos todos los días, nos reíamos por horas. Verlo así, sin reconocernos, fue devastador”.
Gasalla deja una huella indeleble. Su risa, su ironía y su talento seguirán vivos en cada sketch, en cada escena de cine y en cada frase que el público siga repitiendo. Su legado continuará generando risas y reflexiones en las futuras generaciones.
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