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martes, 25 febrero, 2025
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Qué pasa con los dólares?: Caputo suma apoyo en EE.UU. pero el acuerdo con el FMI sigue trabado

Al concretar su primer contacto oficial con Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, el ministro Toto Caputo logró mucho más que ganar un punto en la pulseada pública con la oposición y a los economistas críticos: sobre todo, pudo enviarle un mensaje al Fondo Monetario Internacional.

Caputo ni siquiera se molestó en publicar su mensaje en español, en el posteo de agradecimiento por la «constructive meeting». Después de todo, lo importante no era que el reporte del Departamento del Tesoro fuera leído en Argentina, sino en Washington, donde sigue habiendo diferencias entre el staff técnico del organismo y el equipo económico argentino.

Dos días antes de la charla con Bessent, se había producido un nuevo encuentro entre Kristalina Georgieva y Javier Milei, que terminó como siempre: con un comunicado formal en el que se resalta los logros del programa económico y el trabajo conjunto con vistas a un nuevo programa. Pero ni un indicio de que se esté cerca de aprobar el desembolso de dólares frescos que tanto ansía el gobierno argentino.

La fría formalidad de Georgieva había contrastado con el entusiasmo de Milei, quien pocos días antes había afirmado que al acuerdo con el Fondo solamente «le falta poner el moño». También Caputo había dado como un hecho que el desembolso se producirá y que apenas restaba definir cuál sería el cronograma, sin con una asistencia fuerte inicial o con un plan gradual en cuotas.

Pero la realidad es que el acuerdo sigue estando lejos, y que se mantienen las diferencias cruciales sobre el tema cambiario. El staff no quiere repetir una situación como la de 2018, cuando el propio Caputo, desde el Banco Central, quemó casi u$s20.000 millones en la pulseada con el mercado para defender un tipo de cambio atrasado.

Por eso la conversación con Bessent fue celebrada como una victoria. Aunque no tenga voto en el directorio del FMI, una palabra del secretario del Tesoro puede inclinar de forma decisiva la discusión. Con su 16% de las acciones, Estados Unidos es el jugador que termina imponiendo su criterio en los casos de mayor controversia política.

¿Bessent piensa distinto al FMI?

Sin embargo, la duda que no se termina de disipar en el mercado es si, como insinúa el gobierno, Bessent estará de acuerdo con una masiva ayuda financiera a Argentina en los términos que está solicitando Caputo.

El mensaje oficial de Bessent está lleno de las típicas ambigüedades que también caracterizan a los reportes del Fondo, en lo que un aparente elogio puede también significar un reclamo de ajuste.

La alusión a los «impresionantes esfuerzos para reducir la inflación, estimular el crecimiento liderado por el sector privado, reducir la pobreza y aumentar los salarios reales» está en línea con el reconocimiento generalizado al ajuste fiscal de Milei.

Pero la segunda parte, en la que Bessent pondera «las medidas y reformas estructurales macroeconómicas que reducen el peso de la regulación sobre el sector privado y que limitan el tamaño e influencia del gobierno», puede ofrecer varias lecturas. El elogio implica, tácitamente, la recomendación de seguir avanzando en los temas en los que sigue habiendo una fuerte regulación que complica al sector privado.

Y hay dos grandes puntos relevantes en los que el gobierno mantiene el mismo nivel de injerencia estatal de los gobiernos precedentes: los controles sobre el tipo de cambio establecido oficialmente con el Central y los impuestos a la exportación que complican la competitividad del campo.

Sobre este segundo punto, Caputo hizo un gesto, que muchos productores consideraron insuficiente, pero que en definitiva implica un avance en la dirección reclamada. El ministro espera que la reducción temporaria de las retenciones pueda traducirse en un refuerzo de u$s5.000 millones en el corto plazo para las reservas del Banco Central.

Pero sobre el tema cambiario persiste la gran pulseada. El FMI sigue reclamando «una mayor coordinación entre las políticas monetaria y cambiaria», algo que el mercado decodificó como una corrección del tipo de cambio -no necesariamente como una eliminación del cepo antes de las elecciones legislativas de noviembre-.

Y la crítica del Fondo va en línea con su tradicional oposición a sostener déficits en la cuenta corriente. Argentina lleva nueve meses consecutivos con las cuentas en rojo, y no por casualidad, el artículo que publicó Milei contra «el disco rayado del atraso cambiario» se centra en argumentar que Argentina puede convivir con ese déficit, gracias al flujo de inversiones que está recibiendo y que compensarán las cuentas.

Aquel artículo, sugestivamente, se había publicado al día siguiente de un comunicado oficial del FMI en el que se pedían ajustes al modelo para hacerlo más consistente en el tiempo. En otras palabras, devaluar.

Las cuentas no cierran

Es una discusión difícil de ganar para el gobierno argentino, que a lo sumo podrá argumentar que el actual tipo de cambio es lo que le permitirá incrementar su nivel de importaciones, algo que a la administración de Trump -preocupada por disminuir sus déficits comerciales bilaterales- podría ver con buenos ojos.

Pero claro, esa mayor capacidad importadora de Argentina sería sustentada con una asistencia financiera de la propia caja estadounidense, a través de su aporte en el FMI.

De manera que no resulta claro que Bessent vea con buenos ojos el mantenimiento de una moneda sobrevaluada en Argentina y un déficit de cuenta corriente que, según el propio Milei, podría volverse crónico.

Pero, además, las promesas del gobierno sobre un fortalecimiento de las reservas están dejando dudas. Primero, porque la reacción de los productores agropecuarios está lejos de la euforia exportadora que había previsto el gobierno cuando anunció la baja de retenciones. El movimiento inicial fue lento y recién en los últimos días se notó un incremento del volumen, y febrero podría terminar con un aporte cercano a u$s2.000 millones.

No es un mal número considerando la época del año, pero la situación del BCRA -con reservas netas negativas en u$s7.000 millones– hace que todo aporte parezca chico. Para colmo, el calendario de pagos prevé para mediados de año vencimientos por u$s4.340 millones.

«Esto pone de relevancia la importancia del acuerdo del FMI. Más allá de los desembolsos netos, un acuerdo con el organismo permitiría refinanciar los vencimientos con este y buena parte del resto de los organismos internacionales descomprimiendo la presión sobre las reservas», apunta un informe de la consultora Outlier.

Inyectando dólares

Es por este motivo también que los economistas creen que el BCRA flexibilizó las condiciones para que los bancos puedan otorgar préstamos en dólares aun a empresas que no tienen generación propia de divisas. Las estimaciones apuntan a que, de esa manera, podrán ponerse en movimiento -y, en definitiva, reforzar las reservas- una masa adicional de u$s4.600 millones.

Pero aun así las cuentas no cierran, y es por eso que el tema de debate entre los economistas es si el actual esquema cambiario puede llegar hasta octubre en el caso de que el FMI no haga una asistencia financiera.

Las últimas cifras son elocuentes al respecto: la balanza comercial de enero tuvo un superávit mínimo, y de hecho las cifras podrían estar en rojo si no fuera por el aporte del sector petrolero. Mientras tanto, la salida de capitales por turismo está volviendo a sus niveles históricos máximos y podría alcanzar los u$s8.000 millones en el año.

«Cuesta pensar que el FMI avale la política cambiaria elegida por el Gobierno en el último tiempo (atraso del oficial + intervenciones en los paralelos vía blend o compra-venta directa de títulos contra dólares)», sostiene un informe de la consultora LCG. Aun así, no descarta que pueda haber un aporte de dólares si Caputo promete una corrección cambiaria post electoral y, además, limitar su injerencia en el mercado.

Hasta ahora, el gobierno ha dejado en claro su determinación a poner un tope al precio del dólar en el paralelo, aun cuando eso implica la intervención por la vía de venta de bonos. Se estima que en los momentos de mayor presión alcista, el BCRA llegó a intervenir con unos u$s1.000 millones mensuales.

Una opción que los economistas creen que será impulsada por el FMI es la fijación de una banda de flotación cambiaria, en la que el piso sería el actual tipo de cambio oficial, y el techo el precio del «contado con liquidación».

De hecho, un sistema similar se aplicó en 2018, cuando Guido Sandleris sustituyó al propio Caputo en el Banco Central. Si se aprobara ese esquema, el dólar flotaría dentro de ese margen limitado, y el comercio exterior ya no tendría una garantía de moverse en el «piso» de esa banda invisible, como ocurre hoy.

Lista de gestos políticos

Caputo no ha dado señales de que le agrade pasarse a una banda de flotación ni de dar marcha atrás con su crawling peg de 1% mensual, pero las señales políticas indican que le costará obtener el apoyo político para sostener el cepo hasta las elecciones.

Los esfuerzos políticos del gobierno argentino para alinearse con Trump están acumulando una larga lista de decisiones que exceden lo meramente discursivo. Milei ya retiró a Argentina de la Organización Mundial de la Salud y anunció que hará lo mismo con el Tratado de París contra el cambio climático.

Además, Toto Caputo dará el faltazo en la cumbre de ministros del G20 en Sudáfrica -para sumarse al boicot de Trump, que critica al gobierno sudafricano- y, en las últimas horas, para sorpresa de los propios militantes libertarios, se abstuvo en una votación de la ONU para instar a que Rusia retire sus tropas de Ucrania.

El gesto se contradice con la previa postura de franco apoyo a Ucrania, que incluyó la invitación a Volodimir Zelensky al acto de asunción de Milei.

Antes de abril -la fecha marcada para el nuevo acuerdo con el FMI-, Milei y Caputo podrá tener nuevas chances de buscar en la administración Trump el apoyo que no encuentran en el organismo. Milei volvió de Washington con la promesa de una reunión bilateral en la Casa Blanca. Y Toto hará nuevos intentos con Bessent, con la esperanza de que, esta vez, además de un comunicado formal, alguien saque dólares de los bolsillos.

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