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domingo, 22 diciembre, 2024
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Está prohibido criticar a Milei si la economía anda bien?

Tanto encuestas domésticas como informes económicos internacionales le sonríen a Javier Milei. El último estudio de opinión pública de la consultora Poliarquía, correspondiente a diciembre, arroja un crecimiento de tres puntos mensuales en el nivel de aprobación del Presidente, que alcanza un sorprendente 59%, al tiempo que el 51% de las personas consultadas creen que el Gobierno sabe cómo resolver los problemas. Otra encuesta, realizada por la consultora Analogías, cercana a la agrupación kirchnerista La Cámpora, no es menos favorable para el primer mandatario argentino: interrogada la población acerca de cómo cree que será la situación económica en los próximos dos años, el 60,6% de los consultados estima que estaremos mejor y solo el 26,5% considera que estaremos peor. Un dato adicional de este último relevamiento potencia la euforia de los seguidores de Milei: el 45% de los encuestados sostiene que el sacrificio de estos meses está sirviendo para resolver los problemas de la economía, contra el 41% que opina lo contrario.

Para quienes solo miran los mercados, las noticias no podrían ser más alentadoras. En tal sentido, basta detenerse en el informe elaborado por especialistas en mercados emergentes del principal banco de inversión suizo sobre la Argentina, difundido entre sus clientes el 12 de diciembre. Según la UBS, “la recesión de la Argentina parece haber terminado, preparando el escenario para una recuperación en 2025″. Señala que el país “está experimentando un notable cambio económico, impulsado por los ajustes y reformas fiscales del presidente Milei” y que espera que “las reservas netas de divisas mejoren en 2025, impulsadas por una sólida cosecha de cultivos de invierno, un incremento de los depósitos en dólares y el aumento de los precios de exportación, a pesar de los desafíos que plantea un tipo de cambio real fuerte”. Afirma que “las políticas de Milei están a punto de convertirse en una piedra angular del nuevo marco económico y los desequilibrios crónicos del país están a punto de seguir disipándose”. Confirma que “la Argentina podría recuperar pronto el acceso a los mercados internacionales de capitales, dada la creciente confianza de los inversores mundiales en la trayectoria macroeconómica del país” y que “podría entrar en un círculo virtuoso a medida que los éxitos de este año conduzcan a nuevos logros”. Finalmente, conjetura que “la coalición política de Milei podría obtener una representación significativa en el Congreso en las elecciones de octubre de 2025″. Música para los oídos del Presidente.

¿Justifica la bonanza económica mirar para otro lado frente a evidentes desprolijidades de altos funcionarios?

Hay más datos para celebrar en la Casa Rosada. Por un lado, estimaciones privadas proyectan que este fin de año podría cerrar con un porcentaje de pobres e indigentes inferior al de un año atrás. Paralelamente, el FMI anunció que se negocia un nuevo programa con la Argentina, que podría incluir el envío de fondos frescos, que posibilitarían levantar el cepo cambiario.

“Es la economía, estúpido”, podrían decir los mileístas, parafraseando a Bill Clinton, para explicar que no habría escándalo de corrupción que pueda eclipsar la buena imagen de la que goza la gestión presidencial. Ni la maniobra oficialista para postergar el tratamiento de la ley de ficha limpia en la Cámara de Diputados, ni las derivaciones del caso del exsenador Edgardo Kueider, ni las propiedades del titular de la Dirección General Impositiva (DGI), Andrés Vázquez, no declaradas ante la Oficina Anticorrupción, impactarían por ahora en la imagen de Milei.

Resulta particularmente grave que, en nombre de la libertad, se coarte la propia libertad del periodista para expresar sus ideas y criticar al poder

¿Justifica la supuesta bonanza económica mirar para otro lado frente a evidentes desprolijidades por parte de altos funcionarios vinculados al oficialismo que deberían dar el mejor ejemplo, como el jefe de la DGI? Sin duda que no. Sin embargo, para algunos de los más pintorescos seguidores del Presidente, el trabajo de los periodistas debería limitarse a “verla” o “no verla”, como acaba de puntualizarlo Marcelo Longobardi, tras su sospechoso despido de Radio Rivadavia, que el prestigioso comunicador atribuye a las presiones del Gobierno y, en particular, a los adversos comentarios que Karina Milei le habría hecho llegar al dueño de la emisora.

Independientemente de la motivación de un despido, lo cierto es que el trabajo de un periodista no puede limitarse a seguir los dictados de la opinión pública, al extremo de ver cercenado el derecho a ofrecer su propio punto de vista. Del mismo modo que ningún líder político puede permitir que la ira se apropie de él, ni sus improperios pueden justificarse por un supuesto clima de época signado por el fin de la moderación o por corrientes de pensamiento que revalorizan el estilo pendenciero característico de ciertas redes sociales. Resulta particularmente grave que, en nombre de la libertad, se coarte la propia libertad del periodista para expresar sus ideas y criticar al poder.

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