Para acceder a internet, en los teléfonos móviles hay dos tipos de conexiones. Una es WiFi y la otra es la red de datos (3G, 4G o 5G). ¿Pueden estar las dos prendidas en todo momento o conviene apagar una? Además, ¿qué gasto de batería representan? ¿Y qué diferencias hay en la seguridad?
Ante esta disyuntiva, muchas personas dejan las dos conexiones activadas de forma permanente. Lo cierto es que es peor el remedio que la enfermedad, especialmente en estos tiempos en los que muchas operadoras ofrecen un volumen de datos mensual con un amplio margen.
Mientras las conexiones fijas de WiFi suelen tener una disposición de subida y descarga de megas sin límite, al utilizar la red 4G o 5G hay que tratar de tener en cuenta el consumo de los datos móviles para no extinguir toda la tarifa en unas horas de locura y descarga.
Aunque parezca que el único inconveniente de mantener activa la función WiFi es el gasto de batería, la realidad es que hay otro mucho más importante: la vulnerabilidad. Además, hoy en día los smartphones no consumen demasiada energía para realizar la búsqueda de redes.
Estas redes gratuitas que uno suele utilizar en aeropuertos, cafeterías, centros comerciales, restaurantes u hoteles, brindan acceso gratuito a internet y basta con un par de clics para estar online.
Otro error es pensar que estas redes son más seguras que conectarse a una antena de datos, junto con miles de otros dispositivos de personas que están todo alrededor, pero no es así. El teléfono, al vincularse al router público, está compartiendo información con el resto de dispositivos.
El intercambio de los datos con la antena es mínimo y resulta muy complicado que un atacante pueda conocer el nombre del teléfono. Estas antenas tienen un mejor cifrado de datos, por eso incluso cuando se está fuera del país es la opción ideal, en lugar de buscar alguna conexión fija de dudosa procedencia.
Los peligros de las redes públicas
Además, muchas de estas redes no piden contraseña de acceso, lo que significa que el dispositivo podría conectarse a una red sin que uno lo supiera. Esto no tiene por qué suponer un problema, pero aumenta las probabilidades de sufrir un ataque o de ser localizados por un ciberdelincuente.
Cuantos más puntos de acceso a la red guarde el celular, más rastros e información del equipo quedan al alcance de cualquiera. Además, al desplazarse con la función WiFi activada, mediante triangulación, es más fácil que alguien pueda detectar la posición en la que está.
El problema de conectarse a las redes inalámbricas, sobre todo en espacios públicos, es que parecer inofensivo, aunque supone una de las grandes brechas de seguridad en el uso de los dispositivos móviles.
Además, fuera de la casa, al mantener encendida esta función, el terminal estará buscando redes inalámbricas continuamente y esto no es conveniente, ya que se le deja la puerta abierta a posibles ataques.
Para evitar caer en una trampa, todos los dispositivos permiten desactivar esta herramienta y cuentan con opciones personalizables, como preguntar antes de conectarse a una red nueva o desconocida.
No obstante, hay que tener en cuenta que esto no será suficiente, ya que también es necesario eliminar las redes inalámbricas que se guardan en la memoria del teléfono, sin importar lo seguras que puedan ser.
SL