La sorprendente aparición de un ejemplar juvenil de yaguarundí (herpailurus yagouaroundi), en el patio de una vivienda de la localidad de Villa Urquiza, Entre Ríos, encendió las alertas acerca de la creciente pérdida de hábitat que aqueja a muchos animales debido al fuerte avance de la urbanización sobre los hábitats naturales y a la creciente interacción entre la fauna silvestre y los entornos urbanos.
Todo sucedió cuando Juan Luis Hunrrein dio aviso a las autoridades tras observar la presencia de un extraño felino silvestre en el patio de su casa. Fue así que, en cuestión de pocos minutos, personal de la Dirección General de Prevención de Delitos Rurales – Brigada Paraná, junto al guardafauna Bruno García, de la Dirección General de Recursos Naturales se hicieron presentes en el lugar y constataron que se trataba de un yaguarundí, también conocido como «gato moro» o «gato eirá».
Yaguarundí: especie poco conocida
Finalmente, tras varias horas de intenso trabajo, el animal logro ser reducido por los especialistas y fue trasladado al Centro de Conservación “El Potrero” que está ubicado en la ciudad de Gualeguaychú, para ser evaluado clínicamente y determinar si puede ser reinsertado en su hábitat natural. El operativo fue coordinado entre la Comisaría de Villa Urquiza, Brigada Paraná y el personal de Recursos Naturales quienes destacaron la gran importancia del accionar conjunto para proteger tanto al felino como a los vecinos. «Este tipo de intervenciones es clave para evitar que los animales silvestres terminen en cautiverio o en peligro. Su liberación dependerá de su estado de salud y adaptación», informaron las autoridades policiales.
El yaguarundí es un felino de comportamiento sigiloso y pelaje sin manchas ni rayas –con coloraciones rojiza o gris oscura-, y cuyo aspecto físico mucho más parecido al de una nutria que al de un gato, lo hace aún mucho más inusual y particular. A pesar de su amplia área de distribución que se extiende desde Texas, Estados Unidos, hasta el norte argentino, sigue siendo un gran enigma tanto para la comunidad científica como para los habitantes de las zonas que transita. A esto hay que sumarle que la falta de estudios y de registros sobre su comportamiento agravan aún más la dificultad de conservarlo.
Aunque la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo cataloga como una «especie de preocupación menor”, estudios recientes indican que su situación podría ser más grave de lo que se cree. Si bien su presencia es mayor en áreas rurales con vegetación arbustiva, cerca de poblaciones humanas, su población total en el continente es muy baja, ya que se estima que hay entre 35.000 a 230.000 ejemplares, lo que lo convierte en una especie muy difícil de monitorear y aún más vulnerable ante la fragmentación del territorio.
Los especialistas advierten que la aparición del yaguarundí en zonas urbanas refleja la creciente presión sobre su hábitat natural, al tiempo que señalan que entre las principales amenazas que enfrenta actualmente se destacan la deforestación, la contaminación de ríos y el uso de pesticidas. A pesar de su bajo perfil, este felino cumple un rol esencial en el equilibrio ecológico al regular poblaciones de pequeños animales por lo que, según los especialistas, su preservación no solo implica salvar a una especie muy poco conocida, sino, fundamentalmente proteger a una red de ecosistemas esenciales.