La dura noticia llegó en la noche del 23 enero, a los 96 años falleció Susana Fiorito. Así de duro el despojado obituario. Pero quizás sea la constatación de no hay epitafio suficiente para esa pequeña gran mujer.
Su biografía más reciente dirá que Susana Fiorito es una de las fundadoras, junto con el reconocido escritor Andrés Rivera, de la Biblioteca Popular Bella Vista. Pocos, quizás sepan que esa gran obra es casi una ínfima parte de la gran historia de Susana.
Un poco más atrás en el tiempo Susana Fiorito fue una testigo y actora privilegiada de la experiencia de los trabajadores del Sindicato de Trabajadores de Concord (SITRAC) en Córdoba. Fue colaborada y tenía a su cargo, entre otras, la tarea de armar, imprimir y hasta distribuir los boletines y comunicados. Luego de su disolución, se dedicó a la conservación y clasificación de los documentos de esa experiencia.
Nacida en una familia Patricia de Buenos Aires, dedicó su vida desde los 18 años a la militancia clasista y por la revolución. Hija de Alberto Fiorito, un acaudalado terrateniente italiano (de la fortuna familiar con el loteo de las tierras que ocupa la actual Villa Fiorito; donación del padre y los hermanos fue la obra del hospital que lleva su apellido), Susana renunció a todo por sus convicciones ideológicas.
Conoció a Ismael Viñas, fue parte de la revista Contorno y del Movimiento de Liberación Nacional. Repartiendo el periódico Liberación conoció al escritor Andrés Rivera (Marcos Ribat, Schatz), por entonces delegado en el Sindicato de Prensa, y empezaron a vivir juntos hasta la muerte del escritor.
En su trayectoria milítate empezó a investigar para su libro sobre las matanzas de peones ocurridas entre los años 1921 y 1922, en Santa Cruz, cuando estaba en el Comité Central del radicalismo, en los años previos a que Frondizi fuera elegido presidente. Ese relevamiento llevó a Fiorito a sumergirse en los diarios que se encontraban en la Biblioteca Nacional a principios de los años 50.
Rápidamente se desencantó con el gobierno de Frondizi, principalmente a raíz de las concesiones a las petroleras estadounidenses y por la represión sobre la clase obrera, por lo que rompió con su gobierno. Después, como ya mencionamos, participó en la fundación del Movimiento de Liberación Nacional (MLN, conocido como Malena) y del periódico Liberación, que serían dos elementos de gran importancia en la conformación de la denominada nueva izquierda intelectual argentina.
Luego de su segunda radicación en Córdoba (1990) y la fundación de la Biblioteca Popular en el Barrio Bella Vista fue actora política comprometida por los derechos humanos y todas las luchas.
Categórica afirmaba: “El capitalismo no sirve y los que lo van a derrotar son los obreros, no los movimientos populares”. O haciendo gala de su honestidad intelectual y de gran lucidez lanzó en un reportaje en Clarín: “Contra el sistema tiene que luchar un partido político, no con una biblioteca. Pero la biblioteca puede hacer que el chico abra los ojos”.
A modo de homenaje reproducimos un texto de un autor anónimo que desde se conoció su muerte circula en redes sociales.
“Hierve La Mugre”
Susana Fiorito (11/03/1928 – 23/01/2025), también conocida por su pseudónimo Natalia Duval, acaba de morir un templado día de enero, a sus 96 años.
Nacida en una familia Patricia de Buenos Aires, dedicó su vida desde los 18 años a la militancia clasista.
Junto con Ismael Viñas fundaron el Movimiento de Liberación Nacional, conocido como Malena, y tiempo después encabezó, ya en Córdoba donde desarrolló la mayor parte de su vida, la comisión interna del Sindicato de los Trabajadores de Fiat Córdoba (Sitrac) en el año 1973, antes de la última dictadura argentina.
Esa es considerada la mayor experiencia de organización clasista que tuvo el movimiento obrero en Argentina, dónde los negros de la fábrica, tal como se les decía por entonces, decidieron organizarse y avanzar en consignas que fueron mucho más allá que un aumento salarial, o comer Congrio, como quiso hacer pensar a las masas unas ex presidenta en un discurso delezlable que dio un reciente 1° de Mayo (llamaba a los trabajadores a “aguantar el modelo”).
Sin embargo, el mayor legado que se asocia al nombre de la Susana, una petiza indomable, es el de haber creado, junto con su segundo esposo, el escritor argentino Andrés Rivera (Marcos Ribak Schatz) la Fundación Pedro Milesi y Biblioteca Popular de Bella Vista, que abrió al público un 4 de junio de 1990.
Allí los chicos de los barrios de Córdoba, entre ellos yo mismo, aprendimos a leer y a escribir. Aprendimos a pensar. Susi, con la alocución Medio Pan y un Libro de García Lorca, le explicaba a quienes la rodearon durante años en esa monumental tarea de cambiar las condiciones de vida (preciosas personas con las que no todo el tiempo se llevaba bien) que la comida se daba en los comedores. Y que la lectura era tan (sino más) importante que la comida. Entonces que la función de la Biblioteca era hacer amar la lectura.
Siempre eligió tareas difíciles. Nunca quiso perder una discusión o un debate. Discutió, entre otros, con Salvador Allende, con Robi Santucho, con el Gringo Tosco. Solo paraba de discutir cuando, a veces, se acostaba a dormir la siesta (porque de noche rara vez dormía).
Andrés Rivera le dedicó páginas hermosas en sus novelas más recordadas.
Hoy, la Biblioteca de Bella Vista sigue siendo un faro y una firme enseñanza: se puede resistir.
Resistir era uno de los verbos preferidos de Susi. Cuando era joven y había renunciado a la riqueza familiar, laburó en una imprenta algunos años, en la Universidad Nacional de Buenos Aires. No tenía ni un mango para comer. Y había un viejo que juntaba verduras y alguna carne, de vez en cuando, y cuando estaba la comida gritaba “Hierve la mugre”. Era la hora de comer, después de imprimir libros y volantes para que otros, con la misma o más hambre que ella, pudieran leer barato.
Gracias Susi. Estas palabras incompletas, torpes e igual de emocionadas, son un escupitajos de recuerdos.
Quienes realmente la quieran conocer, vayan a ver los registros del Sitrac-Sitram que con su vida cuidó durante los años de plomo.
O lean a Rivera.
O visiten la Biblio de Bella Vista.
Chau Susi.