En la búsqueda de un estilo de vida saludable, cada vez más personas se preguntan cómo pueden integrar la actividad física en su rutina diaria. Una opción que se volvió popular es la del kayak que, además de ofrecer diversión, aporta múltiples beneficios para la salud.
Recomendable a partir de los 10 años, cualquier persona con una mínima condición física puede participar. “Desde una perspectiva científica, el kayak es una forma efectiva de ejercicio aeróbico. Al remar, se estimulan los músculos del tronco, brazos y piernas, lo que contribuye a un aumento en la fuerza y la resistencia muscular. Esto es beneficioso para quienes buscan tonificar el cuerpo y mejorar la condición física general”, señala la médica María Jimena Pérez Pelliser.
Y añade: “Hacerlo mejora la flexibilidad y coordinación. Sus movimientos repetitivos requieren equilibrio por lo que se fortalece el core y la postura, ideal para prevenir lesiones en personas que pasan largas horas sentadas”.
Desde el punto de vista mental, el kayak ofrece una conexión única con la naturaleza, lo que puede reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional. “Estudios demostraron que la exposición a entornos naturales disminuye los niveles de cortisol –hormona del estrés– y fomenta una sensación de calma y felicidad. Además, el ejercicio de por sí libera hormonas que mejoran la salud mental”, explica Pérez Pelliser.
Cabe resaltar que, como otras actividades físicas, debe hacerse con precaución. Se recomienda recibir instrucción para garantizar la seguridad y maximizar sus beneficios. También hay que considerar factores como la hidratación y el uso de equipo de seguridad, como chalecos salvavidas.
El primer paso es contactarse con un club de remo o un instructor de kayak que enseñe las técnicas de paleo y las nociones básicas de seguridad. La costa del Río de la Plata y los canales del Delta son un ambiente ideal para iniciarse.
“Nuestro Delta es uno de los más importantes del mundo y la forma más económica para disfrutarlo es en kayak. Te llevás una carpa, comida, agua y podés acampar. Con un kayak sos muy autosuficiente, te vas a cualquier lado”, asegura Patricio Redman, fundador de la escuela Delta en Kayak.
Las salidas de bautismo son de exigencia moderada. Parten sobre el río Lujan y se adentran por los canales y arroyos del Delta entre juncos, cortaderas y madreselvas, deslizándose a ras del agua.
“Primero se aprende la técnica de paleo y la postura de kayak –torso hacia adelante en un ángulo de 45 grados–. La remada siempre es estirando los brazos y tomando la cuchara de manera relajada y con un ritmo de palada lento que fluya hasta ir ganando fuerza y resistencia”, explica Redman.
A pesar de llevar chaleco salvavidas, saber flotar y nadar es fundamental. También se recomienda navegar siempre acompañado por un instructor o alguien más por si se necesita ayuda externa.
Tras una breve charla sobre técnica y seguridad, el guía invita a la aventura. Al ser una salida de bautismo, el objetivo será remar una hora y media a ritmo lento. Luego se hace una parada de descanso y se reman los últimos 45 minutos de regreso, con un esfuerzo físico bajo y moderado.
Como en otras actividades deportivas, antes de practicar se exigen ciertos recaudos a nivel salud. “Tienen que hacer una consulta, en especial si hay condiciones médicas preexistentes, como problemas cardíacos, hipertensión o lesiones a nivel locomotor; se precisa de una completa evaluación para asegurarse de que uno se encuentra en condiciones de hacer kayak. No es menor la correcta hidratación previa y posterior a la práctica; el calentamiento muscular y la movilidad articular que ayudan a prevenir lesiones”, indica Pérez Pelliser.
Un cable a tierra
“Al remar estás sentado a ras del agua, todo es tranquilo. Te subís al kayak y dejás los problemas en la orilla. Muchos lo usan como terapia”, dice Redman, con más de 25 años de experiencia.
Su pasión por el Delta llegó por herencia familiar. Oriundo de Concordia, Entre Ríos, su padre remaba en un “cachiveo”, como llamaban al tronco ahuecado que usaban los peones para bajar la madera del norte por el río Uruguay. Al llegar a Concordia, los peones los dejaban en la orilla y los chicos del campo los tomaban prestados para navegar. Fue así como su padre empezó.
Patricio tuvo su primer kayak a los 18 años. Su principal objetivo era recorrer todos los ríos de la primera sección del Delta, después los de la segunda y finalmente los de la tercera. Y así lo hizo.
“Empezó como una pasión y así continúa hasta hoy”, admite.
Otra de las ventajas del kayak es que una vez que se compra el equipo (se consiguen desde los 800 mil pesos), prácticamente no necesita mantenimiento, dura varios años y se conserva bien.
Ya de regreso, los últimos minutos de remada dan fin a una experiencia única que invita a poner la mente en el aquí y ahora.
“Puede ser un deporte gratificante y beneficioso para la salud, siempre que se realice de manera segura y responsable”, señala Pérez Pelliser.
Y concluye: “No solo es una actividad recreativa emocionante, sino que también promueve un estilo de vida saludable. Invitar a amigos y familiares a unirse a esta aventura acuática puede ser una excelente forma de fomentar la actividad física y disfrutar de la naturaleza, convirtiendo cada salida en una oportunidad para cuidar de la salud de manera integral”.
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