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Una rica duquesa británica dejó en su testamento más dinero a sus perros que a su hija

Nueve meses después de su muerte a los 86 años, una rica duquesa británica, Lady Frances Rutland, volvió a ser noticia al dejar en su testamento más dinero a sus perros que a su hija.

Frances, duquesa viuda de Rutland, que murió a principios de año, era reconocida entre la aristocracia británica por su belleza de juventud y por su vasta fortuna. 

Pero según los documentos sucesorios, la duquesa dejó a su única hija mujer, Lady Theresa Manners, un total de 5.000 libras esterlinas, el equivalente a 6.500 dólares.

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El testamento de la duquesa -viuda del 10° duque de Rutland- destinaba la misma suma para los hijos de su hijo mayor, David, 11° duque, que años atrás heredó de su padre un castillo. 

En el testamento hubo más indicaciones: «A mi criada principal Miss Dorothy Plowright” la suma de 2.000 libras esterlinas (unos 2.500 dólares). Otras 1.000 libras esterlinas (1.200 dólares) fueron legados a la viuda de su chofer

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Según el mismo documento, Lady Rutland dejó 10.000 libras esterlinas (casi 13.000 dólares) a un tal Stephen Mellor, «junto con cualquier perro que pueda tener en la fecha de mi muerte«.

El resto de la cuantiosa fortuna de la fallecida duquesa -cuya cifra real no fue revelada- fue a parar a su nieto Charles, marqués de Granby, que tiene 25 años y heredará el ducado familiar. 

El periodista Anthony Eden dijo que la duquesa «se adhirió fielmente al código aristocrático» al momento de repartir su herencia. Cuando le preguntó al duque si le sorprendía que su madre no compartiera su fortuna con sus hermanos, este le dijo: «En absoluto«.

Nacida en 1938, Lady Frances era hija de Charles Sweeny, un magnate estadounidense conocido por su talento como golfista. 

Su hermosa madre Margaret Whigham, más tarde duquesa de Argyll, fue conocida por una larga lista de escándalos sexuales

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Frances fue criada por la cocinera de la casa y luego educada en escuelas para la aristocracia en París y Florencia porque, como escribió un biógrafo, su madre «podría haber disfrutado de tener hijos, pero no quería cargar con ellos. Francamente, le arruinaban la diversión«.

Después de ser presentada en sociedad en una fiesta ofrecida por la reina Isabel II en 1955, Frances fue calificada como una de las chicas más hermosas de la temporada y su fotografía apareció en las páginas de la high society.

En 1958, después de haber trabajado una temporada en París como modelo, Frances se casó con Charles Manners, décimo duque de Rutland. En la boda lució un vestido diseñado por Norman Hartnell, el diseñador favorito de la reina Isabel II. 

Frances y su esposo -que era 18 años mayor que ella- vivieron en el castillo de Belvoir, de 356 habitaciones, una biblioteca de 15.000 libros, y unas 4.000 hectáreas de bosque, que fue utilizado como set de filmación de la serie «The Crown».

La duquesa de Rutland era hija de otra duquesa, conocida por sus escándalos sexuales

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Frances, duquesa de Rutland, y su madre Margaret, duquesa de Argyll

Lady Frances fue noticia frecuentemente por su enfrentamiento con su madre Margaret Campbell, duquesa de Argyll (1912-1995), protagonista de los escándalos sexuales más sonados de la aristocracia británica de mediados del siglo XX.

En los años 60, el distanciamiento entre madre e hija era la comidilla de Londres y el diario The Times contó sobre el día en que la duquesa de Argyll se acercó a Frances en un cóctel y le tocó el hombro: «Hola, Frances, soy tu madre. ¿Te acuerdas?», le dijo. Frances se dio vuelta y respondió: «Lo recuerdo», antes de continuar con su conversación anterior.

En 1963, la madre de Lady Frances se divorció: su esposo, el duque de Argyll, alegaba que había tenido un total 88 amantes durante sus 12 años de matrimonio. 

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Al sentenciar el divorcio, el juez describió a Lady Argyll como «una mujer completamente promiscua cuyo apetito sexual sólo podía satisfacerse con varios hombres«. Fue un escándalo mayúsculo que empeoró la relación entre madre e hija.

La duquesa de Rutland era conocida como «Frosty» porque se mostraba muy fría con todos, aunque participó de obras de caridad y eventos de la alta sociedad británica. Los duques también eran invitados habituales a las grandes celebraciones y a las vacaciones de la familia real.

Cuando su esposo murió en 1999, la duquesa viuda se mudó al cercano Belvoir Lodge, una cabaña en la finca familiar, donde llevó una vida más tranquila, especialmente dedicada a la cría de caballos y a la jardinería.

En el castillo de Belvoir ahora viven el 11° duque y su esposa, aunque en alas separadas, ya que la duquesa convive abiertamente con su amante, el administrador de la finca de los Rutland.

ds

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