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La pobreza subió en el primer semestre de Javier Milei y alcanzó al 52,9% de los argentinos

El INDEC dio a conocer este jueves el dato de pobreza del primer semestre del 2024, que subió más de 10 puntos porcentuales y alcanzó al 52,9% de los argentinos. Se trata del dato más alto desde 2003. En tanto, un 18,1% quedaron bajo la línea de indigencia.

El dato de la pobreza representa una fuerte suba con respecto al 41,7% del segundo semestre del 2023 y el 40,1% del primer trimestre del año pasado. De esta manera,24,9 millones de personas son pobres en Argentina.

«El porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza (LP) alcanzó el 42,5%; en ellos reside el 52,9% de las personas. Dentro de este conjunto se distingue un 13,6% de hogares por debajo de la línea de indigencia (LI), que incluyen al 18,1% de las personas», señaló el INDEC en su informe,

«Esto implica que, para el universo de los 31 aglomerados urbanos de la EPH, por debajo de la LP se encuentran 4.319.760 hogares, que incluyen a 15.685.603 personas; y, dentro de ese conjunto, 1.378.142 hogares se encuentran por debajo de la LI, lo que representa 5.379.588 personas indigentes», resaltó.

El 66% de los menores de 14 años son pobres

En cuanto a los grupos de edad según condición de pobreza, se destaca que dos tercios (66,1%) de las personas de 0 a 14 años forman parte de hogares bajo la línea de pobreza

En tanto, el porcentaje total de personas bajo la línea de pobreza para los grupos de 15 a 29 años y de 30 a 64 años es de 60,7% y 48,6%, respectivamente. En la población de 65 años y más, el 29,7% de las personas se ubicó en hogares bajo la LP.

Dado que la incidencia de la pobreza y la indigencia resultan de la capacidad de los hogares de acceder a la canasta básica alimentaria (CBA) y a la canasta básica total (CBT) mediante sus ingresos monetarios, se observó que, con respecto al semestre anterior:

  • En promedio, el ingreso total familiar aumentó un 87,8%.
  • Las canastas regionales promedio aumentaron 115,3% (CBA) y 119,3% (CBT).

«Los ingresos en el período estudiado aumentaron a un nivel inferior tanto con respecto a la CBT como a la CBA. Así, ambas tasas, pobreza e indigencia, presentan un incremento en el presente semestre, en relación al semestre anterior», señaló el INDEC.

Pobreza: ¿herencia del kirchnerismo?

Antes de que se conociera el dato del INDEC, el Gobierno se anticipó y responsabilizó por sus políticas económicas al kirchnerismo. «Es la peor herencia de la historia», definió el vocero presidencial, Manuel Adorni.

«Es consecuencia del populismo que ha sometido al país a tantos años de desgracias y devastación», se escudó al tiempo que aclaró: «El Gobierno heredó una situación desastrosa, la peor herencia que recibió un gobierno en democracia, probablemente de la historia argentina».

En la misma línea, recordó: «En diciembre la inflación corría al 25,5% mensual y la mayorista al 54%, datos que refrescamos de manera seguida, un número que anualizado en diciembre nos marcaba que estábamos entrando en una hiperinflación».

De todas maneras, el impacto político de los elevados niveles de pobreza es inevitable, tal como lo había sido para todos los gobiernos anteriores. Hace un año, en plena campaña electoral, Sergio Massa sufrió la publicación del 40,1% de pobres y 9,3% de indigentes, algo que contradecía el discurso de «inclusión social» que estaba en el centro de su mensaje proselitista. En aquel momento, se prepararon una serie de medidas tendientes a atenuar el impacto de la noticia, y por eso se anunciaron un bono para los trabajadores informales, un refuerzo en los planes asistenciales y una suba del salario mínimo. Como quedó en evidencia semanas más tarde en las urnas, no alcanzó como para revertir el malhumor social.

Un año después, Milei todavía cuenta a su favor con el argumento de estar sufriendo la herencia de la gestión anterior. Pero, naturalmente, la oposición tomará el dato como un aliciente para reforzar su estrategia de crítica al ajuste económico. Está fresco el recuerdo del veto presidencial a la reforma jubilatoria, y la protesta por mejoras salariales está en pleno auge.

Desempleo: datos desalentadores

El informe de la Universidad Di Tella había marcado para el primer semestre de este año una pobreza del 50,5% de la población, lo que implica 23 millones de personas que no pueden pagar la canasta básica de bienes y servicios que mide el INDEC. Pero más importante que las cifras -que siempre en el sector privado suelen ser más altas que los números oficiales- es la tendencia: el semestre anterior, el informe de la Di Tella había medido 42,8%, lo que implica un agravamiento de la situación social.

El único consuelo de esa medición es que el segundo trimestre del año registró una mejora importante respecto del primero: había arrancado el año con un 52,6% y luego bajó a 48,5%.

Lo que lleva a los expertos a esperar un agravamiento de las cifras es la marcha de la economía. El último dato de empleo, correspondiente al segundo trimestre, marcó un 7,6% de desocupación, aunque el Gobierno argumenta que el dato puede estar «inflado» por el hecho de que hay más gente que salió a buscar empleo. De hecho, cuando se mide el porcentaje de la población que trabaja -44,8% en la encuesta del INDEC-, se notó una tendencia a la recuperación.

¿Hay dato alentador para los próximos meses?

El pico inflacionario del primer trimestre afectó, en términos relativos, más a la clase media que a la clase baja, dado que en la franja poblacional de bajos ingresos se destina un mayor porcentaje del presupuesto familiar a la alimentación y menos a los servicios.

Cuando se compara la evolución de las canastas de pobreza e indigencia frente al salario, también se nota una leve recuperación. Para el sector informal, que es donde se ubica la mayor parte de los pobres, hubo una mejora de 69,8% en el ingreso en el primer semestre del año, de acuerdo con la estadística del INDEC.

Para los asalariados del sector privado, esa mejora fue de 83,6% mientras que para los empleados públicos fue del 73,3%.

En todos los casos se superó el encarecimiento de la canasta de indigencia -pero no la de la pobreza, en el caso de los informales-.

Esta es la situación que deja una leve esperanza en el gobierno: si la indigencia no arrojara un agravamiento respecto del 11,9% del semestre pasado, el gobierno podría argumentar que se está notando el proceso de desinflación, combinado con una recuperación de la actividad.

Sería, por otra parte, lo contrario de lo que ocurrió en el final del gobierno peronista, cuando la indigencia avanzaba a mayor velocidad que la pobreza, de forma tal que en el segundo semestre de 2023 la pobreza saltó de 40,1% a 40,7%, mientras la indigencia pasó del 9,3% al 11,9%, alcanzando a 5,5 millones de personas.

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