La producción de leche y sus productos derivados atraviesa otra etapa de tormentas y la suba de los costos de producción, en un contexto de inflación que no cede, dispara la preocupación entre los actores de ese segmento. En ese sentido, los tambos vienen de cerrar uno de sus peores años y la perspectiva para 2024 es de una crisis mayor si no se acomoda la macroeconomía y desacelera la suba de insumos y el valor de la mano de obra. Al mismo tiempo, las empresas afrontan una discusión salarial que gana en temperatura y no faltan los conflictos internos por variables como la intervención sindical y un rojo financiero que es consecuencia, también, del declive comercial que sufre el sector desde hace al menos una década. En ese sentido, La Lácteo y SanCor, con sus respectivos matices, se exponen como dos ejemplos emblemáticos de las vicisitudes que agitan las aguas en el ámbito de la producción láctea.
Los tambos vienen de concluir 2023 con uno de los peores rojos de los últimos tiempos. Según un informe elaborado por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), los establecimientos de ordeñe cerraron el año con una pérdida global del orden de los 62.068 millones de pesos.
La organización señaló que ese indicador negativo fue incluso más grave «que el que tuvo toda la cadena completa, de $55.772 millones, y casi siete veces más grande que los $8.684 millones que el conjunto de tambos más industria habían perdido en diciembre de 2022».
Respecto de estos números, la Cámara de Productores de Leche de la Cuenca Oeste de Buenos Aires (CAPROLECOBA) afirmó que los guarismos de enero tampoco fueron positivos, por lo que el inicio de año se presenta por demás de complicado para los tamberos.
«Por los factores y situaciones adversos padecidos en el 2023, la producción cerró el año con 11.327 millones de litros, un 2% por debajo de 2022, con un diciembre que cayó 7,7% sobre el mes previo. Así, este enero estamos arrancando claramente por debajo del año pasado, y aún faltan dos meses de marcada caída estacional», indicó la entidad, en un informe al que accedió iProfesional.
La expectativa, coinciden tanto OCLA como CAPROLECOBA, está puesta en las posibilidades de incrementar la exportación. Claro que eso dependerá fuertemente de que las condiciones internas permitan incrementar los volúmenes de producción, aspecto hasta ahora lejano por la suba acelerada que presentan tanto los insumos como los costos operativos.
Los tambos concluyeron 2023 con pérdidas multimillonarias.
La crisis en La Lácteo
Una muestra de cómo los malos resultados del sector, en combinación con una crisis que arrastra la lechería desde hace años, complica la supervivencia de varios actores está en la crisis que atraviesa la cordobesa La Lácteo, que transita una instancia de producción suspendida y sueldos adeudados.
La compañía dejó de recibir material de empaque por deudas con sus proveedores y concluyó enero con un conflicto a gran escala con el gremio ATILRA, que exige el pago de sueldos completos. El sindicato mantiene activo un plan de retención de tareas que en los últimos días redundó derivó en el descarte de al menos 70.000 litros de leche que no llegaron a procesarse.
Fuentes cercanas a la empresa estimaron en $800 millones las pérdidas derivadas de esa acción. La Lácteo arrastra un concurso desde 2018 y la continuidad de la empresa está en riesgo a partir, también, de deudas de hasta $70 millones con los tamberos que la abastecen.
En un comunicado reciente, la cúpula de la firma reconoció que no pudo concretar el pago de salarios por la «caída en las ventas y cobranzas». Añadió que, por las medidas de fuerza que ATILRA mantiene vigentes la empresa llegó «a un desfinanciamiento absoluto, más aún cuando no tiene acceso al crédito bancario desde 2018″.
SanCor y un conflicto sin fin
Por el lado de SanCor, el conflicto que mantienen la cúpula de la empresa con el gremio no cede y el horizonte comercial de la láctea es una auténtica incertidumbre. Tras fracasar la conciliación obligatoria establecida por el Ministerio de Capital Humano, el sindicato volvió a activar una serie de medidas de fuerza basadas en retenciones de tareas que, a fines de enero, redundó en la pérdida de miles de productos como la leche chocolatada.
El gremio reclama pagos a términos de los salarios y ajustes de acuerdo al contexto de inflación generalizada. Por el lado de la compañía, sus directivos acusan a ATILRA de promover un boicot a partir de la negativa a avanzar con una propuesta de fideicomiso que, entre otros aspectos, promovía el desembarco de inversores externos en la gerencia de la firma.
El conflicto entre SanCor y ATILRA suma más de tres meses de abierto.
Pese a los esfuerzos del oficialismo por destrabar un conflicto que ya suma casi tres meses de iniciado, lo cierto es que el sindicato mantiene una medida de «retención del débito laboral por falta de pagos de haberes» que inició durante la tarde del 26 de enero.
La compañía informó pérdidas por 4.500 millones de pesos desde que inició la pugna con el gremio. En contrapartida, la organización gremial señaló en un comunicado reciente que la empresa posee un pasivo de 379,4 millones de dólares «y un Consejo de Administración en descomposición, en retirada y marcado por los enfrentamientos entre sus integrantes».