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Minorías intensas que se imaginan mayorías

El oficialismo sugiere que si las elecciones del 2025 fueran hoy, Milei ganaría de forma aplastante. El truco es simple y conocido, instalar desde el discurso una imagen que, por su potencia, no requiere ninguna comprobación. La ilusión oficialista falla en sus dos extremos.

En primer lugar, el año que viene Milei no competirá en las elecciones. Ni su nombre, ni su imagen estarán en la boleta. Se eligen diputados y senadores, pero la Argentina no vota ni cuenta como una sola. Es en las provincias donde se disputarán los votos, la mayoría nacional será la suma de los resultados locales.

En segundo lugar, la supuesta mayoría popular de las encuestas no se traduce automáticamente en votos. En las elecciones legislativas, la participación es considerablemente menor que en las presidenciales y los resultados, además de la popularidad de los candidatos, dependen de la reglas para traducir votos en bancas y de la cantidad de bancas disputadas.

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El año próximo el Gobierno “todopoderoso” comunicacionalmente encontrará el límite de las instituciones, en especial las electorales que, además de constreñir a los actores, les moldea expectativas y preferencias.

En favor de un escenario que tuviera chances de ocurrir se privilegió la HCDN adjudicando una participación cercana al 70%. La oferta electoral es fragmentada y polarizada. Dos fuerzas unificadas estructuran la elección: el PJ (exUxP) y LLA, ninguna tiene incentivos para partirse, ni para coaligarse.

La fragmentación se expresa en el centro, entre un centro extremo representado por el PRO y un centro moderado disperso entre la UCR, la CC y “Hacemos”. La oferta se completa con la izquierda y partidos provinciales. Para estimar los resultados se consideraron los de la primera vuelta, ajustados por la división de JxC, el porcentaje de participación y la potencia electoral de los gobernadores.

Se eligen 127 diputados/as, pero no todas las fuerzas arriesgan la misma cantidad de bancas. Mientras UxP renueva 47 de 99, la UCR pone en juego 25 sobre 34, el PRO 22 sobre 37, la CC cuatro sobre seis y Hacemos ocho de 16. El FIT cuatro de cinco y LLA solo siete. El resto se completa con las bancas en poder de fuerzas y bloques provinciales. Las chances electorales de cada fuerza dependerán de la cantidad de bancas que se elijan en cada provincia. La regla es simple: cuanto menos bancas se eligen, menos partidos logran obtener un/a diputado/a.

La estimación sugiere que LLA obtiene cerca del 37% de los votos, lo que equivale a 46 bancas, UxP ronda los 32 puntos y pierde seis bancas, el PRO se acerca al 10% y su bloque se reduce a 27 diputados/as. El radicalismo supera el 12% y retiene 16 de las 25 bancas que arriesga. Su performance superior al resto de los partidos del “centro” es el resultado de la potencia electoral de sus gobernadores. Entre la CC, Hacemos, el FIT y los partidos provinciales se distribuyen el resto de los votos, obteniendo la CC dos bancas, Hacemos tres y el FIT dos. En este escenario, la LLA tendría un bloque final de 77 diputados/as. 

La primera conclusión es que cualquier resultado para la LLA será de victoria. Pero “ganar” no significa ser mayoría. Se comprende la tentación del Presidente de construir un relato ganador y mayoritario, integrar un contingente victorioso abre puertas y reduce los costos de transfuguismo.

No parece haber chances para un Milei 2025 mayoritario electoralmente. El Presidente fue, es y será un presidente en minoría. La aritmética electoral no respalda la retórica presidencial, no dan las cuentas. Dependerá de su vocación democrática la capacidad para obtener resultados en el Congreso.

*Profesora en la UBA, Centro RA y miembro de la Red de Politólogas – #NoSinMujeres

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