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La muerte de Pérez Volpin: la defensa del ex director de La Trinidad pidió la absolución

Casi seis años después de que Débora Pérez Volpin (50) falleciera en el Sanatorio de la Trinidad durante una endoscopía, este miércoles finalizaron los alegatos del segundo juicio contra el ex director de la clínica y la instrumentadora quirúrgica.

En una semana será el turno de las «réplicas», que son las cuestiones nuevas que puedan aportar en la causa y de la que formarían parte la querella, la fiscalía y la defensa. La sentencia estaría el 13 de diciembre.

Ante el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 26 de la Capital Federal, la querella y la fiscal pidieron la pena máxima para Roberto Martingano por encubrimiento, quien ya no está al frente del sanatorio. Equivale a 3 años de cárcel, más 10 años de inhabilitación para ejercer el cargo de director médico.

En el primer juicio el endoscopista a cargo del procedimiento, Diego Bialolenkier, fue condenado por «homicido culposo» a tres años de prisión en suspenso e inhabilitación para ejercer la medicina por siete años y seis meses. En esa misma causa, la anestesista Nélida Puente resultó absuelta.

Para la instrumentadora, Eliana Frías, acusada de falso testimonio, el abogado de la familia de Perez Volpin pidió 3 años de cárcel (la pena es de hasta cuatro años), y la fiscal, Diana Goral, pidió dos.

Debora Pérez Volpin, periodista y legisladora porteña. Foto Gerardo Dell'OroDebora Pérez Volpin, periodista y legisladora porteña. Foto Gerardo Dell’OroDurante las audiencias se buscó probar si hubo o no una cadena de encubrimiento entre los médicos y la instrumentista.

«No hay pruebas»

En este segundo juicio, que está por llegar a su fin, Martingano fue imputado por haber entregado a la Justicia una máquina procesadora del endoscopio con los números de serie “limados”, lo que impide chequear su autenticidad y constatar si fue cambiada tras la muerte de la periodista, para evitar que la verdadera sea peritada.

Además, se lo acusó de haber sustraído información a los investigadores sobre si la paciente fue conectada al electrocardiograma al momento del estudio.

El abogado de Martingano, Vadim Mischanchuk, pidió la absolución, al igual que el letrado de la instrumentadora. «Pusimos sobre la mesa las acusaciones y ninguna pudo ser demostrada por la querella ni por la fiscalía. Dimos elementos suficientes para acreditar que las conductas de encubrimiento que se le reprochan a mi defendido no fueron llevadas a cabo por él, sino por otras personas que sí lo reconocieron en el juicio», le dijo a Clarín.

Mischanchuk sostiene que su defendido no fue quien entregó a la Justicia los elementos cuestionados y que «encima esos elementos no tuvieron ninguna incidencia en la investigación y juzgamiento de quienes en su momento realizaron la endoscopia, con lo cual no formaron parte del encubrimiento».

«Al no haberse probado la acusación contra Martingano y sí haberse constatado que no hubo encubrimiento, lo que corresponde y lo que se pidió es una absolución libre de culpa y cargo», afirmó el letrado, cuyo alegato duró alrededor de seis horas.

Al iniciar las audiencias, y por recomendación de su abogado, Martingano prefirió que se leyera el descargo que en su momento ofreció y esperar los siguientes debates para prestar declaración.

A diferencia de Frías, que sí declaró y rechazó haber mentido u ocultado información respecto de la muerte, remarcó una situación de «estrés» al momento de declarar, por estar atravesando un embarazo delicado.

Como analizó Pirota, ya se contaba con la prueba del delito. «Esa prueba se profundizó en la investigación. Se agregaron más elementos. Cada prueba que se produjo es abrumadora», indicó.

Los testigos clave sobre el endoscopio y el informe médico fueron los mismos que en el juicio anterior. Pero, en una audiencia de mediados de octubre, la declaración del dueño de la empresa prestadora y de un técnico resonaron en particular.

Se apuntó a sus dichos sobre el origen del endoscopio y dónde estaban las hojas restantes del informe médico.

El aparato que La Trinidad entregó a la Justicia como el que fue utilizado en la endoscopía, efectivamente tiene el número de serie borrado y no funciona.

«Juan Carlos Nievas (dueño de la empresa prestadora Biotrust) dio información que corrobora que aquella documentación de compra del equipo de endoscopía, que aportó Martingano, es cuanto mínimo dudosa», había manifestado Pirota tras esa jornada judicial.

“La persona que declaró reconoció que supuestamente vendió el equipamiento usado y que no corroboró la trazabilidad del equipo. Además, dijo que ese aparato que tiene el número de serie limado, no puede aseverar que sea el que vendió”, agregó.

Para la querella, desde la parte del ex director “ya no se dedican más a defenderse, sino a derivar la responsabilidad en otro lado porque es indefendible lo que hicieron”.

Nievas dijo en la audiencia que el equipo no era de su empresa, pero luego ratificó que era un aparato «usado» que se lo compró a Otero, un prestador independiente de servicios de mantenimiento. Cuando declaró Otero, «afirmó que jamás se dedicó a vender equipos a la Trinidad y que solo realizó services en equipos diferentes al del endoscopio».

«Luego, peritos informáticos advirtieron que la procesadora del endoscopio tenía el número de serie limado y que la CPU aportada por la Trinidad había sido utilizada por última vez en el año 2016, dos años antes de la muerte de Débora. Confirmaron no pudo ser utilizada jamás en el estudio practicado a Débora», explicó Pirota.

Otro de los focos del juicio fue saber dónde estaban las 36 páginas de un informe de 60 en total, con datos sobre el funcionamiento del corazón de Volpin.

Esto fue tomado como vital por la fiscal y la querella, porque probaría que la anestesióloga no había conectado el multiparamétrico (que registra los signos vitales) y, por lo tanto, no estaba controlando la frecuencia cardiaca durante la endoscopia.

El otro testigo clave fue el técnico en electromedicina de La Trinidad, Juan Martín Chávez, que también declaró en el primer juicio. Dijo que «imprimió y entregó en mano a Martingano las hojas del informe».

“En el primer juicio, Martingano había suprimido las primeras 36 hojas y había dicho a la prensa que pasó lo que pasó porque Volpin tenía una enfermedad preexistente. Hoy este técnico dijo que el director siempre supo que no estaba conectada y era por eso que las hojas estaban en blanco. Hoy el ingeniero Chávez nos confirmó que quien ocultó las impresiones fue el ex director de La Trinidad”, señaló la defensa.

Y agregó: “Después de cinco años, a principios del 2023, dijo que había encontrado, sorpresivamente, las hojas en un cajón. Ahora no niega que lo sabía, ya lo reconoce”.

Para Mischanchuk, en cambio, «la persona que imprimió los informes dejó en claro que no existió faltante ya que el resumen contiene todos los parámetros para saber cuáles eran los signos vitales y que las hojas en blanco corresponden al momento en que los sensores del monitor aún no estaban conectados. Este testigo dejó en claro que los parámetros no pueden ser adulterados».

Frías había estado presente en el primer juicio. El Tribunal Oral había advertido que en su declaración registraba 23 «no sé», «no vi», «no me acuerdo», respuestas que la convirtieron «en una testigo reticente», figura que desembocó en la imputación actual.

MG

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