Un «museo itinerante» de autos de colección invadió las calles de Bariloche para participar de la 34ª edición la «1000 Millas Sport», la carrera de coches clásicos más importante de la región, en la que durante tres días más de 100 pilotos del país y el extranjero recorrerán varios de los paisajes patagónicos más impactantes.
La «1000 Millas Sport», incluida en el Calendario Mundial FIVA (Fédération Internationale des Véhicules Anciens) y «una de las más relevantes a nivel global», según el organizador Club de Automóviles Sport, consta de un recorrido total de 1.600 kilómetros, dividido en tres etapas -todas con largada en el hotel Llao Llao- que se iniciarán mañana.
En la previa, estas verdaderas piezas de colección de marcas como Ferrari, Porsche, Lancia, Alfa Romeo, Aston Martin, Jaguar, Maserati, Mercedes Benz, entre varias otras, se estacionaron esta tarde alrededor del Centro Cívico para realizar la verificación técnica y la posterior largada simbólica en el icónico paisaje local.
La idea de traer la competición al Centro Cívico de Bariloche era «armar una exposición de autos para que realmente el barilochense pueda venir, sacarse fotos, revivir recuerdos con alguno de estos autos, alguna anécdota», comentaron a Télam desde la organización del evento.
Y así fue. A medida que iban estacionando los autos, se acercaban a ellos grupos de «fierreros», turistas o curiosos que se sacaban selfies. junto a los vehículos, prestos a oír las historias de los pilotos.
Como la de Daniel Bagliardi, que llegó desde la localidad bonaerense de San Fernando para pilotear por tercera vez un Fiat de 1925, el más viejo de la competición y que por ese motivo largó primero, con el número 1 (el más nuevo, de 1982, largó con el número 110).
«Es el más viejo» de todos los que participan, precisó Bagliardi en diálogo con Télam, aunque afirmó haber corrido en otras ediciones con autos más viejos: «Yo me he dado la vuelta con un auto de 1908 a cadena. Un Sust italiano de 1908. Muy lindo auto», recordó.
Este Fiat es «totalmente original; lo que no es original son la cubierta y la nafta… y el piloto», bromeó, para luego contar la historia de su auto.
«A este -dijo dándole una palmadita a la carrocería pintada de azul y amarillo- lo corría un piloto llamado Ricardo Caru, un hombre que trabajaba en la Fiat. Era mecánico de la Fiat y como tal tenía el apoyo de la Fiat y juntaba un auto que era todo Fiat, salvo la caja», rememoró a esta agencia y al grupo que se acercó para escuchar la anécdota.
«Es un auto que toma su punto máximo realmente muy tarde, porque 10 años más tarde tiene su mayor triunfo en el Gran Premio de la Gabea de Río de Janeiro. En 1935 gana. No debería haber ganado, había autos más importantes y más avanzados. Más inteligentes, pero bueno, a veces las cosas son así, como en el fútbol».
Además de Bagliardi participan de la competencia otros 109 corredores, entre argentinos, estadounidenses, chilenos, uruguayos, brasileños, franceses y alemanes; algunos lo hacen como parte del campeonato argentino de regularidad y otros como meros entusiastas.
Para Hernán Silva, a bordo de un MGA descapotable de 1960, esta es su primera participación.
«Participo porque me lo pidió un amigo, que es el dueño del auto, y porque es una experiencia única. Cuando uno lo puede hacer, aunque sea una sola vez en la vida, hay que hacerlo porque los paisajes, el recorrido, todo es espectacular», dijo a Télam, y contó que apenas manejó el auto el martes, unos kilómetros, pero que «está nuevo, es un espectáculo».
Walter Gregorian, en cambio, lleva quince ediciones en este «ritual entre amigos y famila», según lo caracterizó, y encuentra en las 1000 Millas «una oportunidad de recorrer lugares únicos» como parte de «un parque automotor que no en toda Latinoamérica hay».
«El auto es como un hijo mío. Duerme en el garage, que lo miro desde la cocina de mi casa», dijo sobre su Hudson Supersix de 1926 (el segundo coche más viejo del certámen), que pilotea sentado junto a su esposa.
La «1000 Millas Sport» consiste en una competencia de regularidad, «lo que significa que es una carrera de precisión, no de velocidad», destacaron desde la organización, y señalaron que «todos los vehículos durante los tres días tienen que acatarse a las normas de tránsito y viales, porque están transitando lugares que son provinciales, rutas nacionales y caminos municipales».
Cada etapa tiene sus enlaces para llegar a las zonas de prueba, «pero el tránsito, un semáforo, cargar combustible, te va retrasando, y tenés que regular todos esos tiempos para llegar a las pruebas sin penalizar y después ser preciso dentro de las pruebas», explicaron.
Siempre saliendo del Llao Llao, la etapa 1 abarca el Circuito Chico, Dina Huapi, El Santuario, Villa La Angostura, Camino de los 7 lagos y el Paso internacional Cardenal Samoré.
La segunda recorre la ciudad de Bariloche, Villa Llanquín, Confluencia, Alicurá, Junín de los Andes, San Martín de Los Andes, Camino de los 7 Lagos, Hotel Correntoso, Villa La Angostura y finalmente Llao Llao.
Y la tercera iniciará con las primeras pruebas en Circuito Chico, luego en Cerro Catedral, para dirigirse al Brazo Huemul del Nahuel Huapi, retornando por Barrancas de Dina Huapi, la estepa hacia Los Juncos, y para culminar, previo paso por Baqueanos a orillas del Lago Gutiérrez, en Llao Llao.