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El perfil de Sergio Massa: un pragmático extremo que se reconstruyó ante los malos resultados

«A Moreno lo echó el voto de la gente». Hace exactamente diez años, el 19 de noviembre de 2013, Sergio Massa festejaba en sus redes sociales la decisión de Cristina de echar a Guillermo Moreno de la Secretaría de Comercio tras las elecciones Legislativas en las que le había puesto un freno al intento del «vamos por todo» que embanderaba el kirchnerismo. Era un tiempo en el que el líder del Frente Renovador agrupaba la mayoría de ataques oficialistas, con varios cantitos de La Cámpora incluidos, que demonizaban sus políticas. Había diferencias insalvables. Sólo Massa -y quienes más lo conocen- podían imaginar este escenario en el que los K se abrazaron a su candidatura como único vehículo para mantener el poder.

«Sergio no decide nada por ideología. Es pragmático y hace lo que está convencido que tiene que hacer sin importar los colores políticos ó si estuvo peleado a muerte con alguien», reflexiona hoy -a modo de explicación- uno de los pocos dirigentes que se quedaron a su lado cuando el Frente Renovador quedó diluido en medio de la polarización entre Mauricio Macri y la vicepresidenta, cuando su proyecto presidencial pareció naufragar.

El pragmatismo es una característica de la que Massa se jacta en privado porque, además de dar cuenta de una cierta plasticidad para la toma de decisiones, lo deja a resguardo de la grieta que se comprometió a terminar desde el 10 de diciembre si le toca asumir como Presidente. «La grieta se murió y empieza una nueva etapa», repitió infinidad de veces a lo largo de la campaña, en especial desde las PASO, cuando se deshizo de la competencia interna de Juan Grabois.

Sergio Massa, en una imagen de 2008, cuando era Jefe de Gabinete de Cristina Kirchner.Sergio Massa, en una imagen de 2008, cuando era Jefe de Gabinete de Cristina Kirchner.La idea de poner fin a lo que implicó el combustible para buena parte de su espacio en la última década era un riesgo que, como equilibrista de la política, requería una administración quirúrgica para no alterar el clima interno. En ese sentido, no hizo -ni fue forzado a hacer- demasiados gestos para desmarcarse de las políticas K. «Escucho a todos pero las decisiones las voy a tomar yo», fue el mantra al que apeló cuando, con el antecedente reciente de la gestión de Alberto Fernández, se lo interpeló por la relación que mantendrá con Cristina y La Cámpora. No le hizo falta usarlo demasiadas veces: a diferencia de lo que le ocurrió al actual Presidente en la campaña 2019, su cercanía con medios y periodistas le posibilitó no tener que aparecer en demasiados terrenos espinosos.

Con la agrupación pasó de prometer «barrer a los ñoquis» a abrazarse a Máximo Kirchner en una alianza política que le allanó el camino para su candidatura. «Todos en algún momento vamos perdiendo los límites de hasta dónde debemos ir en el combate politico», fue su mea culpa por aquel vehemente enfrentamiento y al explicar su marcha atrás.

Durante los tres años que presidió la Cámara de Diputados y su gestión en el Ministerio de Economía desde agosto del año pasado, buscó revertir la desconfianza que en ámbitos políticos se instaló sobre su figura a partir de la audacia con la que construyó su propio camino en el Frente Renovador. «Ventajita», una definición con la que Mauricio Macri y su ex jefe de Gabinete Marcos Peña lo marcaron y que Massa todavía no olvida. Ese fue el punto de quiebre de un vínculo que tuvo como punto más alto el viaje que compartieron a Davos en enero de 2016. Hoy las diferencias son insalvables: «Pero si se tiene que sentar con Macri para cerrar algo bueno para la Argentina, lo va a hacer igual», vuelve sobre su pragmatismo alguien de su entorno que lo acompaña en más de la mitad de sus tres décadas en política.

Sergio Massa cuando presidió el Ansess, en una imagen de 2005. Sergio Massa cuando presidió el Ansess, en una imagen de 2005. Como muchos de los políticos, Massa tiene su propia anécdota en la escuela con el Sillón de Rivadavia: «A los seis años le dije a la maestra que quería ser Presidente», recordó. Su incursión como militante arrancó en su adolescencia. Forjado en la UceDe, cuando Carlos Menem ya había comenzado a fagocitar el partido de Alvaro Alsogaray saltó al Partido Justicialista, donde con el cobijo de Luis Barrionuevo trabajó en la frustrada candidatura presidencial de Ramón “Palito” Ortega.

Ya bajo la conducción de Eduardo Duhalde y con apenas 27 años se convirtió en diputado bonaerense. Hay quienes sostienen que sin el apoyo de los amigos empresarios que ya tenía por entonces, a pesar de que en el debate para el balotaje con Javier Milei dijo no tener, Massa no habría logrado colarse en aquella lista.

Su primera gran vidriera nacional fue su designación al frente de la ANSeS durante el gobierno de Duhalde. Allí Massa tejió su primera red con los medios masivos de comunicación, un aspecto clave de su trayectoria. La política empezaba a mirar de reojo y con sorpresa al joven de 30 años que se instalaba con una computadora en los programas en vivo de radio y televisión y proponía resolver en vivo los problemas de los jubilados. En aquellos primeros meses posteriores al «que se vayan todos» que propició la caída de Fernando de La Rúa, el clima de época ayudó a ponderar -para muchos por demás- esa gestión.

Néstor Kirchner lo mantuvo en el organismo y Massa siguió ganando terreno, con el manejo de una caja millonaria que durante aquellos años salía del letargo de los ’90 y comenzaba a ser vista como una herramienta para dar buenas noticias y, en consecuencia, de posicionamiento. Tanto que en 2005, tras las Legislativas en las que se encolumnó con Kirchner en el duelo con Duhalde, no quiso desembarcar como diputado nacional.

Sergio Massa, en una entrevista con Clarín en 2004.Sergio Massa, en una entrevista con Clarín en 2004.El resto forma parte de su historia más conocida: en 2007 ganó la intendencia de Tigre, lugar que le señaló su suegro, el ex secretario de Deportes menemista Fernando «Pato» Galmarini, pero apenas unos meses despúes saltó a la Jefatura de Gabinete tras la salida de Alberto Fernández en plena crisis con el campo. Hoy la relación con el Presidente luce deteriorada pero en 2019 fue el motivo que lo volvió a integrar con Cristina.

Hijo de padres italianos, Alfonso y Lucía Cherti, casado desde 2001 con Malena Galmarini, con quien tuvo dos hijos Milagros (21) y Tomás (18), Massa intentó mantener a su familia al margen de la campaña, aunque el debate lo cerró involucrándolos: «Quiero ser Presidente porque tengo hijos a los que quiero dejarles una Argentina mucho mejor». Fue otro contraste más que buscó plasmar con Milei y su devoción por los perros. Y la ratificación de que aquel nene de 6 años intentó todo por ser Presidente.

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